DE CÓMO UNA SIMPLE ESCULTURA, CON LA INTERESADA AYUDA DEL GOBIERNO, NOS DISTRAE DE LOS GRANDES TEMAS NACIONALES, O
¿QUÉ CULPA TIENE EL CABALLO?
¡Y déle con Baquedano,
que lo suben, que lo bajan!
Mil opciones se barajan
entre Zutano y Mengano.
Tampoco falta Fulano,
que en menos que canta un gallo,
ha propuesto sin desmayo
que mire pa Providencia.
Yo pregunto, en mi inocencia:
¿Qué culpa tiene el caballo?
Ahí estaba el aludido,
mirando pa la Alameda
de espaldas a Balmaceda
en un gesto repetido.
Es un hecho bien sabido
que le quedó grande el sayo,
virándose como un rayo
el año noventa y uno *.
A ver si contesta alguno:
¿Qué culpa tuvo el caballo?
Florece la iconodulia,
rayando en la idolatría;
salta la iconografía
sacándonos de la abulia.
¡Cuidado con la acalculia:
no hay práctica sin ensayo!
Si actuamos como cobayos,
si surge la iconoclasia
o caemos en la afasia,
¿qué culpa tiene el caballo?
Además no es monumento:
solo le da para estatua;
dejemos aquella fatua
denominación del cuento.
Se blanden los argumentos
cual si fueran pararrayos;
hay pisadas de callos,
vuelan dimes y diretes.
Si es discutible el jinete,
¿qué culpa tiene el caballo?
Treparla es un objetivo
–como ascender el K2–
y aquel que se encaramó
lo estima muy divertido.
Informa el Ejecutivo
que estará de vuelta en mayo;
no en carroza, sí en zapallo
volverá la Cenicienta.
Sabiendo qué representa,
¿qué culpa tiene el caballo?
Como en toda Dictadura,
¿la solución? Ocultarlo.
Y proceden a tapiarlo
en toda su envergadura.
Secuestrando la escultura
dan cumplimiento al fallo
y lo sacan los cipayos
con la fuerza de una grúa.
La estupidez se acentúa:
¿qué culpa tiene el caballo?
Aquí ganó la cultura:
ya se sabe quién es quién
aunque lo maquillen bien
con cien capas de pintura.
¡Ah, desdichada escultura
de Arias**, el gran cincel!
Nunca imaginóse aquél
los pleitos que nos consumen…
Hoy pregunto, en el resumen,
¿qué culpa tiene el corcel?
* 1891
** Virginio Arias, gran escultor chileno. Alumno de Nicanor Plaza, fue Director de la Escuela de Bellas Artes. Su obra más importante es “El descendimiento” que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Santiago. También es autor de “El roto chileno” que está ubicada en la plaza del mismo nombre, en el barrio Yungay de Santiago.
JORGE LILLO / 19 DE MARZO DE 2021
¡Excelente!
ResponderEliminar¡Grande maestro!
Como siempre .
Cada vez más asertivos y enjundiosos son sus versos, trayendo a colación el aclarador pasado histórico, para comprender los conflictos por los que transita esta copia no tan feliz del imaginado Edén. Uno que intentó darle la espalda a la gran historia faltando a la confianza de Balmaceda - el primer Presidente mártir - hoy debe enfrentar el juicio de la Historia.
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