lunes, 25 de diciembre de 2023

Jesús nace en Palestina.

 

JESÚS NACE EN PALESTINA.

Algunos analistas internacionales calculan 10 mil niños muertos, entre los 23 mil palestinos asesinados por Israel. Los más cautos señalan que serían más de 8 mil. ¿Cuántos le bastan al mundo para conmoverse? Niños tiritando por el horror, el dolor, el estruendo, la sangre y el polvo, mutilados de piernas o brazos, buscando a sus padres bajo los escombros. Nada, ninguna forma de relatarlo puede siquiera acercarse un poco a la realidad que a esta hora, en este minuto se vive en la tierra en que nació Jesús. 

Una madre desesperada grita que sus hijos se murieron sin comer, “somos pobres, qué más quieren, ¿por qué nos hacen esto? Los niños se han muerto sin comer”. Mi abuela Sara cuando nos recibía nos llenaba de comida, se esmeraba en hacer los mejores rellenos árabes, el más rico arroz con berenjenas o lo que hubiera, y no podían faltar esos dulces llenos de almíbar, porque su cariño siempre lo manifestaba a través de la cocina. Quería que todos estuviéramos felices alrededor de la mesa, compartiendo un rico plato de lo que fuera. LOS NIÑOS SE MURIERON SIN COMER. Me la imagino a ella y el dolor es inconmensurable. 

Niños vivos mutilados y huérfanos, que pasan hambre, sed, enfermedades y mucho frío, que se preguntan si es mejor vivir o morir. Permanecen en carpas, porque sus casas fueron convertidas en polvo tras los bombardeos que caen a diario. Eran las viviendas que sus padres, desplazados de sus tierras desde 1948, habían logrado construir en Gaza, ese espacio de la Tierra que les fue asignado luego del establecimiento del Estado de Israel. 

Niños aterrorizados, de 8 o 10 años, algunos con más edad, otros con menos, llevados por soldados armados hasta los dientes, acusándolos de terroristas y encerrándolos en cárceles donde la tortura es permanente. Allí se quedarán 5, 7, 9 años, y serán liberados ya jóvenes adultos, sin saber lo que es infancia. 

Lloro, lloro al pensarlo y tengo tanta rabia por llorar, porque tengo las manos atadas y no puedo hacer mucho más, mucho más que ir a una marcha, mucho más que leer una carta, mucho más que enarbolar la bandera de cuatro colores del lugar al que nos han negado a cuatro generaciones regresar.

No basta con llorar y hago lo más que esté a mi alcance. No sé qué más hacer. Todo es insuficiente, porque los niños mueren. Hoy, en navidad, hay nuevos niños muertos, secuestrados, torturados, arrebatados de la felicidad de la vida. ¡Qué puedo hacer Dios, explícame! Si tu hijo nació en Belén, ¿por qué mueren sus hermanos?

Cada niño recuperado de los escombros es una esperanza y nos aferra al amor. La crueldad del nazi-sionismo es sólo de alguna gente. La Humanidad completa debe vencer al horror. La lucha por la paz es por la vida, porque Jesús nace todos los días en Palestina.

Marcela Abedrapo Iglesias.

La Florida, 24 de diciembre de 2023.

lunes, 13 de noviembre de 2023

Rectificaciones a entrevista de la diputada Karol Cariola. El Mercurio.

 Vieron, si Karol Cariola no hubiera grabado su entrevista, el mercurio jamás hubiera rectificado y tampoco se habría disculpado:
"El mercurio lamenta que la edición hecha de la transcripción del audio no haya reflejado adecuadamente el sentido de la respuesta de la diputada en ambas preguntas"
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Para reducir la delincuencia hay que desalambrar.

 

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Esperanza12
 

Si dejas instalarse el desorden y la delincuencia... la seguridad puede transformarse en un jugoso mercado. Para quien puede pagarlo: el pobrerío solo puede sufrirlos. Una respuesta basada únicamente en la represión está condenada al fracaso.


Adesalambrar

Para reducir la delincuencia hay que desalambrar


Por Roberto Pizarro Hofer


He leído con interés la entrevista del colombiano, Jorge Melguizo, en La Tercera (22-10-2023), quien impulsó en Medellín, tierra de Pablo Escobar, una interesante estrategia para disminuir la delincuencia y la violencia. Desmiente, con buenos argumentos, el enfoque de represión estatal pura y dura como único mecanismo para recuperar la paz social.

Melguizo destaca que los homicidios y las muertes no se lograron reducir con más policías. “Por eso decidimos trabajar una política integral del gobierno municipal y en alianza con toda la sociedad”.

Para enfrentar la delincuencia, los gobiernos locales y alcaldías incorporaron al sector empresarial, las ONG, organizaciones comunitarias de base, las iglesias y universidades y se concretaron programas públicos de inversión en salud, educación para los jóvenes y participación ciudadana. Se cambió así sustancialmente la forma de hacer gestión pública.

Medellín, que había sido el centro de la delincuencia y el narcotráfico en el país, tiene hoy una mejor calidad de vida y ha bajado 97% la tasa de muerte violenta. Los dos millones y medio de habitantes de la ciudad cuentan con servicios básicos, agua potable, educación, un sistema de movilidad público y equipamientos culturales.

Así las cosas, el Estado tiene ahora una presencia integral en los barrios, pero no solo como consecuencia del accionar policial. Fue un cambio de paradigma. Y, Melguizo sostiene:

“Si llevas a mil policías, al mismo tiempo llevas a mil educadores, a mil gestores culturales, a mil psicólogos, llevas a mil trabajadores sociales. Porque si solo llevas la fuerza, ¿cuál es la respuesta que estás entregando? Más violencia”.

En Chile, empresarios y gran parte de los políticos piensan de forma distinta a Melguizo y varios de ellos admiran el enfoque represivo del presidente Bukele para enfrentar la delincuencia. No parecen dispuestos a cambiar el paradigma. Reaccionan ante la violencia de los excluidos exigiendo más policías, represión y cárcel, pero se olvidan de imaginar propuestas para instalar una efectiva presencia integral del Estado en los barrios marginales. Nadie habla de escuelas, centros de salud decentes y deportes de calidad, para promover la integración social.

La elite no comprende que la rabia y el resentimiento acumulado por los excluidos son, en gran medida, los generadores del aumento de la delincuencia y también los episodios de violencia que recorren el país. Además, sin presencia integral de todas las instituciones estatales en alianza con la ciudadanía es imposible desafiar el poder de los narcos.

Es bueno recordar que los excluidos viven hacinados en casas pequeñas. Las madres (casi siempre jefas de familia) tienen que desplazarse muchos kilómetros para ir a trabajar al barrio alto, como empleadas domésticas. Sus hijos, sin centros educativos ni espacios deportivos adecuados y de atención permanente, se encuentran expuestos desde temprana edad a un medio riesgoso, a una vida de calle, donde impera el microtráfico y la delincuencia. Los excluidos están marcados por la desesperanza y ésta es la mejor amiga de la violencia.

No debiéramos sorprendernos. Porque el crecimiento económico y la modernización no son garantía de estabilidad social. Sólo políticas de inclusión y reducción de las desigualdades permitirán que pobres y ricos, jóvenes y viejos, mujeres y niños, trabajadores y empresarios se reconozcan en la sociedad chilena y la acepten como suya.

El resentimiento y la protesta, así como la delincuencia se hacen incontenibles cuando la modernidad de los malls se despliega en un marco de desigualdades de ingreso, salud, educación y exclusión cultural.

Chile se ha convertido en un supermercado y las mercancías nos aplastan. Tanto ricos como pobres se encuentran acosados por la publicidad y la vorágine de consumir. Lo que ha dado origen a dos tipos de chilenos. Unos, participan plenamente del poder y la riqueza, comprando y vendiendo aceleradamente cosas y personas. Otros, sin poder ni riqueza, viviendo en el mismo sistema, pero sin oportunidades de progreso. Ni los unos ni los otros son autónomos. Ambos se encuentran acosados por la publicidad y la vorágine de comprar. La diferencia radica en que a los excluidos el fetiche de las mercancías les genera aspiraciones imposibles de materializar.

En los barrios para ricos las voluntades manipuladas por las marcas encuentran su desahogo en el mall y en el supermercado. No sucede lo mismo con los pobladores, especialmente jóvenes, que viven en los ghettos pobres. Son objeto del mismo sistema de comunicaciones, pero están excluidos en todo los demás. Viven una frustración diaria al no poder materializar sus aspiraciones de consumo. Y esa frustración es la mejor amiga de la delincuencia.

Así crece la violencia de los excluidos. Jóvenes de poblaciones marginales, muchos menores de edad, educados en escuelas inútiles, se desplazan por las calles de Santiago y otras ciudades para asaltar, robar mercancías y autos de marca. El gatillo fácil está a la orden del día, facilitado además por la instalación del narcotráfico. Nada les importa porque no hay nada que perder. No discriminan blancos, atacan de forma anárquica y mueren personas inocentes.

La respuesta, como nos dice Melguizo, es contar con un Estado activo y una participación ciudadana que favorezcan la integración. La violencia se erradica a mediano plazo con integración social y territorial, construyendo una sociedad igualitaria, donde se valoren las relaciones entre los seres humanos en vez de las relaciones de las personas con las cosas.

El modelo de crecimiento, que la elite defiende hasta el cansancio, ha resultado un fracaso. No tiene capacidad para dar trabajo digno y decente a todas y todos, por ello se multiplica la informalidad hasta el cansancio. El modelo de crecimiento ha instalado una muralla divisoria que separa a las familias chilenas en distintos barrios y sistemas de salud, educación, vivienda y pensiones. Y esa muralla divisoria es la que ha provocado una profunda crisis social, política e institucional en nuestro país, multiplicando además la delincuencia y violencia. Es preciso desalambrar.

El sistema educacional chileno en vez de enseñar a todos por igual, servir para integrar a los niños de distintos orígenes sociales, promover la convivencia en comunidad, estimular la promoción social, favorecer un mismo lenguaje y valores, se ha convertido en instrumento de exclusión y ampliación de las desigualdades. Terminar con una educación inservible y clasista es tarea urgente.

La segregación social desata, muy especialmente en los jóvenes pobladores, sentimientos de venganza, ansiedad y desprecio por la sociedad, los que comprueban, en sus propias familias y barrios, que no existe futuro para sus vidas. Esos mismos jóvenes refuerzan el camino del delito cuando observan la corrupción de empresarios, políticos e instituciones armadas y que la justicia es incapaz de castigar.

No basta con la represión y la cárcel para enfrentar la delincuencia. Es preciso desalambrar.

 

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Ucrania será la primera batalla ganada en el mundo que está naciendo.


 

Las cuentas alegres sobre "la contra-ofensiva ucraniana" se terminaron. Ahora la prensa subraya la fragilidad del régimen nazi de Zelensky, tal vez para justificar más "ayuda" occidental.


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Ucrania será la primera batalla ganada en el mundo que está naciendo


escribe Sergio Rodríguez Gelfenstein


Mientras en Palestina se produce un genocidio en vivo y en directo que ya dura más de un mes, auspiciado y alimentado militarmente por Estados Unidos, Ucrania, la otra hija putativa de Washington se debate en el olvido. Noviembre ha hecho públicas una serie de declaraciones que dan cuenta del estado putrefacto y en fase terminal en que se encuentra Kiev, solo esperando por una extremaunción que sin dudarlo, tendrá repercusiones más allá de sus fronteras.

El primer día de este mes, el jefe del Pentágono, general Lloyd Austin al intervenir en la audiencia del Senado sobre los fondos adicionales afirmó con extraordinaria contundencia que Ucrania no podría ganar el conflicto con Rusia sin el apoyo de Washington.

De esta manera se hizo patente algo sabido por los militares desde hace mucho tiempo que los líderes políticos occidentales han pretendido ocultar. Dicho en pocas palabras, el esfuerzo militar de Ucrania depende casi exclusivamente del aporte que haga Estados Unidos para sostenerlo.

Para hacer más evidente la aseveración y tal vez pensando en que podría haber algunas dudas al respecto, solo tres días después, el 4 de noviembre, la secretaria de prensa de la Casa Blanca Karine Jean-Pierre, advirtió que el gobierno de Estados Unidos “se está quedando sin fondos para financiar los envíos de armas a Ucrania”.

En algo que podría parecer risible si no estuvieran en juego miles de vidas humanas, la vocera afirmó que van a comenzar a entregar “paquetes más pequeños de ayuda” para ampliar la capacidad de apoyo al régimen de Kiev “durante el mayor tiempo posible”.

Vale recordar que el 20 de octubre, la Casa Blanca pidió al Congreso un nuevo paquete de ayuda para Kiev por un valor de 60.000 millones de dólares. Sin embargo, el pasado jueves 2, la Cámara de Representantes aprobó un proyecto de ley que prevé más de 14.000 millones de dólares en ayuda de emergencia para Israel, pero en el que no se menciona a Ucrania.

La explicación vino del congresista republicano Mike Johnson, nuevo líder de la Cámara de Representantes quien destacó que las necesidades de Israel son más “urgentes” que las de Ucrania.

Todo esto ocurre cuando el ministro de Finanzas de Ucrania Serguéi Marchenko informara a la opinión pública que su país se enfrenta a un déficit de 29 mil millones de dólares para 2024 por lo que sin la ayuda de sus aliados occidentales, difícilmente podrá ser superado tal escollo. Marchenko aseguró que veía mucho “cansancio” y “debilidad” entre los socios de Ucrania agregando que a los funcionarios occidentales “les gustaría olvidarse” de las acciones militares, aunque las hostilidades “siguen en curso, a gran escala”.

Agregando datos para avalar la situación, el propio comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, general Valeri Zaluzhny admitió en una entrevista para la revista británica The Economist, que Rusia estaba en una mejor posición en el conflicto armado, describiendo la situación actual en el frente como “un punto muerto” en términos del nivel de tecnología.

La entrevista de Zaluzhny causó no solo descontento y desmoralización en Ucrania, también terror generalizado entre algunos de sus aliados. En sentido contrario, el presidente Zelenski aseveró que su país no estaba en un punto muerto respecto de Rusia. Afirmó que lo que ocurría era que Moscú tenía una total superioridad aérea que los obligaba a cuidar a sus militares. A continuación esbozó una propuesta para superar tal situación, a partir de la entrega por parte de Occidente delos aviones caza polivalentes F-16 prometidos.

Echándole “más leña al fuego”, al día siguiente, 5 de noviembre el exasesor del jefe de la Oficina Presidencial de Ucrania, Alexéi Arestóvich señaló su conformidad con Zaluzhny al afirmar que Ucrania no podía –en las condiciones actuales- derrotar a Rusia en el campo de batalla. Argumentando a favor de su idea, Arestóvich aseguró que: “El enemigo es más poderoso en términos económicos, militares, de movilización y de organización, y nuestros socios, de los que dependemos, no están interesados en derrotar a la Federación Rusa".

Lo interesante de esta declaración es que por una parte, fue la primera vez que se refuta públicamente desde Ucrania la idea de que el fracaso de las operaciones depende exclusivamente del aporte de Occidente en armamento y recursos financieros, al incorporar los grandes déficit en materia de recursos humanos y organización en los que la ayuda externa no tiene mayor influencia. Por otro lado, en esta declaración es explícita la dependencia de Occidente para sostener las acciones, como ya lo había señalado el general Austin.

Este debate que cubre la noticia informativa interna del país, se inserta en una dinámica electoral de cara a los comicios presidenciales del próximo año. Pero Zelenski cerró cualquier posibilidad al respecto al decir que no se pueden hacer elecciones en una situación en la que impera la Ley Marcial.

Aunque se rumoró que el nuevo ministro de defensa Rustem Umérov, vinculado al expresidente Piotr Poroshenko habría presentado una solicitud para destituir a Zaluzhny, tal información fue desmentida por el asesor de la Oficina Presidencial Serguéi Leschenko, quien la caracterizó como una "noticia falsa". No obstante, el mal ya estaba hecho cuando se hizo patente que un sector de la sociedad desea que Zaluzhny se vaya.

Al respecto, la Oficina Presidencial emitió una dura crítica pública a Zaluzhny, pero el presidente no tomó la decisión de destituirlo. Zelenski debe haber tomado nota de las excelentes relaciones de Zaluzhny con los mandos militares de la OTAN y en especial con el secretario de defensa de Estados Unidos.

No obstante, hay que entender la dimensión negativa de lo que significa para cualquier país que el jefe de Estado y el jefe de las fuerzas armadas emitan opiniones contradictorias públicamente en particular al referirse a la situación del conflicto en su aspecto bélico.

El New York Times señaló que tal situación es expresión de “una brecha emergente entre el liderazgo militar y civil en un momento ya difícil para Ucrania" sobre todo porque “la fisura [entre Zelenski y Zaluzhny] se produce mientras Ucrania está luchando en su esfuerzo de guerra, militar y diplomáticamente".

Esta controversia, fue una vez más motivo para la intervención de Arestóvich a fin de continuar “echando sal en la herida”. Para nadie es un secreto que el exasesor ha manifestado su aspiración a la presidencia. De alguna manera, eso explica su permanente aparición en los medios y en las redes sociales. En este contexto se explica su aparente interés en mediar en la reyerta que evidentemente atenta contra el espíritu de combate de las fuerzas armadas.

Arestóvich ha hecho un llamado a Zelenski para que “muestre sensatez” y dirima sus discordias con Zaluzhny. Así mismo le ha hecho saber que está en sus manos “la clave para cambiar la postura de la oposición, de los estadounidenses, de todo el mundo, del Ejército y de la sociedad" aprovechando de decirle que no son los que lo critican y lo instan a hacer las elecciones , los que generan inestabilidad en el país "sino usted mismo, con sus políticas ineficaces que socavan la fe de los ciudadanos en la victoria, los sentimientos en el Ejército, la confianza de los socios y aliados”.

A esta polémica se han ido incorporando algunos de los más influyentes medios de comunicación occidentales. Por ejemplo, la revista Time, que ahora se ha tornado -sin tapujos- en fuerte detractora del gobierno de Ucrania, publicó un artículo en el que califica a Zelenski como una persona que vive al margen de la realidad. La aseveración resulta sorprendente sabiendo que este medio informativo está fuertemente ligado a la CIA, principal agencia de inteligencia exterior de Estados Unidos.

A este respecto, el periodista y expresentador de Fox News, Clayton Morris se preguntó: “¿Por qué una revista respaldada por la CIA decide de repente mostrar el verdadero y sombrío panorama de la situación en Ucrania? ¿Para conseguir su apoyo o [para] sentar las bases de algo menos agradable?" Morris afirmó que para escribir el artículo, Time consiguió acceder al círculo íntimo de Zelenski y como resultado de ello, se le pudo retratar como un "líder mentalmente inestable y no realizado".

El artículo, publicado el pasado 30 de octubre hace comentarios sobre Zelenski y su entorno, señalando que el excesivo optimismo fuera de la realidad del presidente ucraniano, incluso a pesar de los fracasos en las operaciones de combate, “obstaculiza los intentos de su equipo de realizar nuevas estrategias e ideas”.

Con extrema dureza, la publicación asegura que Ucrania ya no podrá contar con el recurso humano necesario para utilizar todo el armamento que Occidente le ha prometido. Al mismo tiempo afirma que también conspira contra ello que los funcionarios locales "roban como si no hubiera un mañana".

En el trasfondo de esta disputa se manifiesta el desacuerdo entre Zaluzhny y Zelenski en la apreciación que cada uno tiene de la situación en el frente ante el fracaso de la contraofensiva. Sobre este asunto, el New York Times llegó a decir que las operaciones de los militares ucranianos no lograron tener "ningún avance" provocando -por el contrario- un gran número de víctimas agregando que "Ucrania está enfrentando ataques intensivos rusos en el este", mientras que el escepticismo en Europa y el partido Republicano de Estados Unidos ha crecido.

Desde el 4 de junio (fecha de inicio de la “contraofensiva”), las fuerzas armadas de Ucrania han tenido 90 mil bajas (entre muertos y heridos graves irrecuperables) así como 557 tanques y 1.900 vehículos blindados destruidos. Para que se tenga una idea del significado de esta cifra baste decir que hasta el momento Occidente ha enviado a Ucrania 595 tanques (de los 830 comprometidos) y 1.550 vehículos blindados.

Rusia por su parte, está realizando operaciones de defensa activa que significa la ejecución de acciones ofensivas a pequeña escala en algunos sectores, centrando sus ataques a través de golpes contra los medios aéreos, los lugares de concentración de tropas y la logística. Debe recordarse que -desde el punto de vista bélico- para Rusia este conflicto tiene básicamente las características de una guerra de desgaste que ya rebasó las posibilidades de Ucrania, afectando también a Estados Unidos y sobre todo a Europa.

En este contexto se comienzan a apreciar manifestaciones de desesperación en la élite ucraniana. Así, se ha comenzado a verificar un llamado a la “comprensión” de Occidente porque según Zelenski las tropas ucranianas están defendiendo "valores comunes" como la democracia, atacados hoy por la autocracia rusa.

En el imaginario colectivo se trata de instalar una nueva bipolaridad “democracia vs. autocracia”. El desasosiego de Zelenski invoca a Occidente a luchar contra el peligro ruso que podría “matar a todos” con lo cual le quedaría la puerta abierta para atacar a los países de la OTAN, en cuyo caso “…ustedes enviarán a sus hijos e hijas [a la guerra]. Y el precio será más alto. Es muy importante no perder la voluntad, no perder esta fuerte posición, y no perder su democracia".

En el colmo de su frustración, el pasado lunes 6 de noviembre el agobiado presidente ucraniano solicitó a “Estados Unidos, la Unión Europea y los países asiáticos” enviar a su país sistemas de defensa aérea o “al menos alquilarlos durante el invierno”.

Lo cierto es que la tal “contraofensiva” de las Fuerzas Armadas de Ucrania no estuvo a la altura de las esperanzas de Occidente y probablemente haya sido la última oportunidad para Ucrania porque ya no tiene recursos para realizar una operación de envergadura importante en el frente.

Toda esta situación está colocando sobre el tapete la posibilidad de una salida negociada al conflicto si es que la hubiera a estas alturas. El propio Washington Post ha señalado que hubo una posibilidad de resolver diplomáticamente el conflicto ucraniano, pero ya ha desaparecido, toda vez que Rusia tiene una ventaja en el frente y es poco probable que se congele.

Aunque Zelenski se niegue a tal idea, la misma se ha ido extendiendo cada vez más.

Por ejemplo, el ministro de Asuntos Exteriores y Europeos de Eslovaquia, Juraj Blanar afirmó sin ambages que el conflicto en Ucrania no tiene solución militar.

Hasta Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y sempiterno belicista, ha tenido que reconocer que la crisis en Asia Occidental ha tenido fuerte impacto en la política hacia Ucrania. En un arranque inusual de honestidad, Borrell afirmó: "Seamos francos, la crisis de Oriente Medio ya está teniendo un impacto duradero en nuestra política en Ucrania". Borrell llamó a buscar una solución al conflicto en Oriente Medio pero no olvidarse de Ucrania porque: " Si Ucrania pierde, nosotros perdemos. Tenemos que mantener nuestra unanimidad y nuestra unidad en el apoyo a Ucrania”.

Como ha dicho el diplomático y analista político internacional indio MK Bhadrahumar: “La guerra de Ucrania está en piloto automático”. Lo argumenta afirmando que los objetivos estratégicos fijados por el Presidente Vladimir Putin en febrero del año pasado se mantienen incólumes. Pero ahora, “Rusia siente que ha tomado la delantera en la guerra y que eso es irreversible”.

Aunque Rusia no ha iniciado una gran ofensiva, la preparación para ella es ostensible. Sin embargo, desde hace un mes lo que ocurra en Ucrania estará irremediablemente amarrado al conflicto en Asia Occidental. Esta situación no podrá estar ausente de las apreciaciones políticas y militares.

La simultaneidad en el tiempo de ambos acontecimientos y muchos otros que están ocurriendo en variados rincones del planeta, dicen relación con la crisis de Occidente y de Estados Unidos y la incapacidad de mantener su hegemonía unilateral en el globo.

Parece difícil que Estados Unidos logre lidiar con los dos conflictos al mismo tiempo, sobre todo porque no son los únicos. En paralelo, debe contender con China en el plano económico, manejar su propia crisis interna, sostener el poder colonial que hoy se tambalea en África y generar respuestas a la rebelión silenciosa que se comienza a manifestar de diferentes formas en América Latina y el Caribe sobre todo porque Cuba, Nicaragua y Venezuela han sido capaces de resistir y mantener en alto sus banderas.

Por lo pronto, pareciera extenderse en Estados Unidos la convicción de que Ucrania no le va a ganar la guerra a Rusia, el pesimismo cunde y el pánico inunda los intersticios del poder imperial. No lo sabemos aún, pero tal vez, Ucrania sea la primera batalla ganada en el mundo que está naciendo.

 

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LA MALA Y FUGAZ MEMORIA.

Donde se transcriben párrafos del diario de un loco.

No tengo claro el recuerdo…
tal vez mi memoria falle…
no recuerdo los detalles…
la verdá es que no me acuerdo.
Sí, del sánguche de cerdo
que llevaba en el bolsillo,
y tu chaleco a bolillo
con florecitas violeta
a juego con tu chaqueta
de un leve tono amarillo.

No, no, no; eso fue un martes;
y no amaneció nublado,
porque me habría acordado
de haber pasado a avisarte.
Estabas en Bellas Artes,
en el banco de madera
que está junto a la escalera
enfrentando aquella plaza,
con el tipo que te abraza
explorando tu cadera.

Pero no recuerdo nada
del hombre de la escopeta,
ni de su mirada inquieta
ni su sonrisa malvada.
¿Eso fue en la madrugada
o sería al mediodía?
El mendigo que pedía
se sentó justo a tu lado:
llevaba un saco cargado
de cosas que recogía.

Todo este asunto confuso
es un nudo en mi memoria
y otra sería esta historia
sin el nubarrón difuso.
Recuerdo que nos propuso
cambiar nuestros calcetines
por unos viejos bluyines
que estaban bastante rotos;
después me subí a la moto
y me fui por donde vine.

Nos metimos en un cine
–parece que rotativo–
donde me quedé dormido
perdiendo los escarpines.
Perdona que me empecine
en intentar olvidar,
pero no recuerdo aquel bar
que mencionas en tu carta,
ni del chaquetón de marta
que me acusas de robar.

La cosa es que no me acuerdo
de aquellas cosas mundanas, 
como aquella damajuana
que te dejé de recuerdo.
Me comí el sándwich de cerdo
que envejeció en mi bolsillo
y te dejé, hecho un ovillo,
el chaleco de florcitas
que usabas en las monjitas
para pasar el cepillo.

Me despido cortésmente
de tu reproche indignado;
haré como que he olvidado
haber tomado tus lentes;
mas tendré siempre presente
al tipo de la escopeta
que te rompió la chaqueta
con algunos perdigones.
No recuerdo las razones,
pero a veces sí me inquietan.


JORGE LILLO / 12 DE NOVIEMBRE DE 2023


martes, 24 de octubre de 2023

Estallido social: demandas insatisfechas y un proceso constitucional por fracasar.

 


Estallido social: demandas insatisfechas y un proceso constitucional por fracasar.


Claudia Dides
Socióloga. Magister Estudios de Género y Cultura, Universidad de Chile.

La justicia social, en vez de acercarse, se aleja en el tiempo y pareciera estar más bien destinada a tener expresiones cada vez peores, en la medida que los cambios institucionales de la nueva Constitución que está saliendo del actual proceso, marca retrocesos fundamentales que sólo empeorarán los problemas que vive la sociedad chilena y el país.

Desde pequeña escuché que en Chile se hacían las cosas “a la chilena”. No sabía mucho de lo que se trataba. Al parecer, todo se podía comprender o aceptar a partir de esta premisa indiscutida. Se podían entender así tanto los fracasos como los éxitos.

¿Qué significa en realidad eso de hacer las cosas “a la chilena”? ¿Hacerlas a medias? ¿No culminarlas? ¿Es así como tendríamos que entender el Estallido Social también? ¿Un proceso que quedó a medias? Porque todo nos está diciendo que pareciera ser así.

A cuatro años del estallido social ya ni se menciona, ni siquiera como ritualidad en la política contingente. El “susto del milenio” que pasaron los empresarios y la élite política parece que nunca existió. Pareciera como si sólo hubiera sido una “pataleta” de la sociedad chilena, que después simplemente hay que olvidar como un mal momento.

Todo lo que se recuerda en torno al Estallido se refiere a la violencia que se dio en aquellos días, como si eso fuera el centro de tan significativo fenómeno social y político. En Chile, cada vez que hay alguna forma de manifestación de descontento social y de movilizaciones que lo expresan, algunos medios de comunicación de la oligarquía económica y la elite política centran todo en las expresiones de violencia que inevitablemente se presentan por parte de grupos minoritarios, aquí y en todas partes del mundo. Esa es la mejor manera de encubrir esos malestares y, en definitiva, desconocerlos, sin tomar decisiones respecto a sus causas.

Sin embargo, el sentir de la ciudadanía parece ir en un sentido contrario. Por ejemplo, en la encuesta de Pulso Ciudadano realizada a un año del Estallido Social, un 61,7% de la población consideraba que el Estallido había sido positivo para Chile, mientras un 26,3%, lo consideraba negativo.

Quienes lo consideraban positivo señalaban que “la ciudadanía ahora es más escuchada (55,7%)” y también que ahora se abría “la posibilidad de realizar un plebiscito para el cambio constitucional (52,5%)” (Pulso Ciudadano, octubre 2020).