Comenzamos rindiendo homenaje a Mónica Echeverría, fallecida el pasado 4 de enero, a los 99 años. Mónica fue una permanente rebelde y luchadora por las causas justas, desde su juventud, pasando por la dictadura junto a MUJERES POR LA VIDA hasta el reciente estallido social en que a pesar de su enfermedad manifestó en silla de ruedas.
En el libro de este mes se reproduce el último texto de Mónica Echeverría
en Le Monde Diplomatique
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Ver texto completo al final de este mail.
Ya está en quioscos le Monde Diplomatique de enero-febrero con textos de
Luis Sepúlveda, Rodrigo Mundaca, Rodrigo Faúndez, Álvaro Ramis, Ana María
Devaud, Libio Pérez, Fernando Pairican, Mario Torres, Dante Castillo,
Ignacio Vidaurrázaga, Lorena López, Juan Pablo Becerra y Francisco
Castañeda.
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Presentación del libro rojo. Las citas de Mao Tse Tung
A cargo del diario EL PUEBLO
Jueves 9 de enero a las 18:00 en Le Monde Diplomatique, San Antonio 434
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Conversos
Texto de Mónica Echeverría publicado en el libro CORRUPCIÓN
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Chile el incorrupto
Después del Golpe de Estado, los que ostentaban el poder intentaron culpar
a los dirigentes de la Unidad Popular de ladrones. Sin embargo sus
esfuerzos fueron vanos. Todos esos perseguidos, tratados como criminales
que arrastraban al país al caos, gracias a una economía en bancarrota y a
su insistencia en implantar en Chile el marxismo-leninismo, nunca fueron
señalados de aprovecharse de su poder para incrementar su bolsillo.
Chile podía ser un país pobre, al fin del mundo, pero no era corrupto.
Había tenido algunos dictadores, desde su independencia que habían gozado
con su poder y eran acusados de unos crímenes, pero al ser derrocados no se
les señalaba de asalto a la tesorería.
Hoy día en cambio, Chile pasó a ser un país bananero cualquiera en que no
sólo roban a destajo políticos de derecha, sino también esos compañeros que
considerábamos incorruptos que no sólo abandonaron sus ideales de un país
más justo, sino que golpean la puerta de sus enemigos y extienden la mano
hacia el yerno del tirano, uno de los mayores mal habidos capitalistas de
su oprobiosa tiranía, rogándole les pase algo de sus millones adquiridos a
costa de tantos muertos, torturados y desaparecidos.
“Poderoso caballero es don dinero” proclamaba Francisco de Quevedo y sin él
no hay duda no lograremos ganar elecciones, ni mayoría en la Cámara, ni el
respeto de los ciudadanos. Con ese fin: una lujosa gran oficina, mansión
en la playa de moda, auto –ojalá de lujo- para el dueño de casa, otro para
su mujer, dos más para los hijos mayores y por supuesto el de la sirviente
para que llegue a tiempo desde su población y haga las compras semanales,
un helicóptero que los traslade rápidamente de un lugar a otro y...
Escribo ahora un ensayo sobre los que denomino “conversos”, que trata sobre
aquellos que olvidaron su pasado de ideales, sacrificios y luchas y se
convirtieron en poderosos empresarios capitalistas que guían y aconsejan a
discípulos la forma por excelencia de ganar dinero y convertirse en uno más
de ellos. Olvidar a nuestros mártires, a nuestros pobres y aplaudir o
hacerles la pata a los sinvergüenzas y su poder es un oficio corriente en
este Chile ahora corrupto, pero ¿valdrá la pena entregar su alma al diablo
por unas monedas de oro? Por supuesto, me responden los Correa, los Tironi,
los Estévez, algún Garretón chueco, el Max Marambio, la Natalia, Lucksic,
el nuncio, Ezzatti, y tantos más…
Pienso ¿Qué será de esos pobladores que tanta esperanza tuvieron durante
esos pocos años en que duró la Unidad Popular? Esos escasos años en que se
les permitió marchar por la Alameda y gritar sus consignas “Avanzar sin
transar”, “El pueblo unido jamás será vencido”. Utopías irreales, sueños
inalcanzables. Hoy, aislados en La Victoria, en La Legua, en Villa Francia…
Su desaliento ante tanta corrupción de los que hoy son dueños del país y
enterraron la escasa esperanza de cierta justicia para ellos es total.
Sé que existen todavía unos pocos, muy pocos, pueden contarse con algunos
dedos de la mano quienes todavía creen y luchan a su modo por salvar la
poca dignidad que todavía le queda a este país. Si, son sólo algunos viejos
amargados y decrépitos, cristianos proscritos, uno que otro joven osado que
con voz débil, pero honda se alzan contra la corriente del éxito fácil…
A ellos dirijo estas palabras angustiadas pidiéndoles que alcen la voz y
devuelvan la esperanza -aunque sean sólo fragmentos de probidad- a este
Chile tan maltrecho por su geografía y su corazón herido.
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