Escribe Jorge Lillo.
LA MARATÓNICA JORNADA EN QUE CHILE,
CHANTAJEADO POR LA PUBLICIDAD Y LA MALA CONCIENCIA, ACUDE EN MASA A LAVARSE LAS
MANOS COMO PILATOS EN PANDEMIA.
(LOS POBRES ACUDEN HONESTAMENTE, PORQUE
SABEN LO QUE SON LAS CARENCIAS).
Pese a la actual
situación
a que el corona nos
trajo,
el pobre pierde el
trabajo,
y hay chantaje y
petición.
Don Farsisco es el buscón
que encabeza esta
jornada.
La máquina (bien montada)
pide plata al que no
tiene
ni para el test que
previene
esta infección
desatada.
¡Que viva la Teletón,
que atiende al necesitado
niño discapacitado
que abunda en nuestra nación!
Apelando al corazón,
es decir, al sentimiento,
aparece un regimiento
de figuras “estelares”
sonriendo en los comerciales
en la “previa” del evento.
En estas horas de amor
“pasan cosas increíbles”:
mostrando hasta lo indecible
las carencias de un menor.
Veintisiete horas de horror,
en que empresarios notables
donarán sus deleznables
ganancias de un cuarto de hora,
mientras dona una señora
la plata que va a faltarle.
¿Por qué no hacer Teletón
para otros niños también:
para aquellos que no ven
o les falla el corazón?
¿Pa’l que precisa un pulmón
artificial en su casa?
¿Para el niño que lo pasa
de confinado en un catre
porque no cubre su ISAPRE
lo que se paga de tasa?
¿Para el niño abandonado
que no conoce de escuela;
pa’l que sufre otras secuelas
y está en la calle botado?
¿Pa’l que no tiene abogado
que defienda sus derechos?
¿Pa’l que carece de un techo
y duerme bajo los puentes,
mientras la gente “decente”
ve Teletón desde el lecho?
¿Pa’l que a los siete trabaja
sin saber lo que es infancia?
¿Pa’l que no tiene importancia
porque su cuna fue baja?
La Teletón es la caja
que se llena, indiferente
al destino de otra gente
que agoniza a nuestro lado
y que le alivia al Estado
su obligación más urgente.
¡Que viva la Teletón!
grita la publicidad:
“¡su compra va a financiar
nuestra gran contribución!”
Y corre la población
a regalarle al mercado
lo poco que le han pagado,
pensando que lo invertido
va a los niños desvalidos
que ha abandonado el Estado.
¡Que viva la Teletón!
que nos alivia la carga
de una realidad amarga:
el tema de la inclusión.
Hace el quite el buen patrón,
al que tiene sus carencias,
y sosiega su conciencia
obsequiando una limosna,
y al Estado lo soborna
comprando sus indulgencias.
“Deposítenos on line
pa que no salga de casa”…
aunque en la pobla es pocaza
la gente de vida fine.
Y así, bailando ragtime,
se hace el gracioso el gordito
pa que el ingenuo bendito
ponga plata para el “bien”.
¡No aprenden de Coaniquem,
que hacen el bien calladitos!
Importuna Teletón
es la que se hace a esta hora
en que trashuma el corona
infectando a la nación.
Se pide la donación,
se apela a la caridad,
se ignora la realidad
de una Salud tan precaria,
que se hace necesaria
una nueva Sociedad.
¿Y el Estado dónde está?
¿Por qué no hay leyes, de modo
que nos protejan a todos
sin pedir “por caridad”?
¡Es mala esta “sociedad”
que a sus socios no protege!
No va a brotar el esqueje
del niño sin marraqueta.
Dirán: ¡”se alcanzó la meta”,
sin que este virus se aleje!
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