Escribe Jorge Lillo
DONDE SE OBSERVA FRÍAMENTE LA SITUACIÓN
DE LA MEJOR SALUD DEL FUNDO Y EL COLAPSO
DE UN MODELO ENVILECIDO EN SU GÉNESIS.
…PERO PESE A LOS AMOS, AÚN QUEDAN OLLADAS DE SOLIDARIDAD.
No fue un ataque nuclear
ni un inmenso cataclismo
ni un complot del comunismo
ni un ataque musulmán,
lo que vino a desarmar
el mundo que conocemos:
es un algo que no vemos,
una simple proteína,
que a recordar nos conmina,
lo poquito que valemos.
Observamos cada día
con impotencia que turba
como varían las curvas
entre la muerte y la vida.
Falleció la economía
sin siquiera un estertor,
lo que llena de pavor
al mercado que boquea,
pues no puede dar pelea
cuando no hay trabajador.
Mintió ministro y gobierno
para ocultar su gestión
dejando a la población
en las puertas del infierno.
Alardeando de moderno
el sistema no dio el ancho;
tocaron a zafarrancho
echando mano al Estado,
pero habían depredado
chiquero, corral y chancho.
Se alborota el piñerío
pues se rompe la represa
y el país ya se le empieza
a inundar de pobrerío:
lo que yacía escondido
detrás de las bambalinas.
Tras caerse la cortina,
se desarmó la tramoya
donde el sistema se apoya:
esa farsa ya termina.
La Salu’ stá moribunda
por más que aplauda, compadre,
por más que el Gobierno ladre,
por favor, no se confunda.
La verdad es muy rotunda
aunque la nieguen los medios
en cotidianos asedios
a la razón de la gente:
este Modelo inclemente
es quien no tiene remedio.
Colapsan los hospitales,
no se dispone de camas,
y entre cifras y proclamas
muere la gente a raudales.
Las fallas ministeriales
se vuelven tan evidentes
que se subleva la gente
asediada por el hambre,
porqu’ irse por el alambre
se practica diariamente.
Para camas, no hay dinero;
tampoco para testeos;
en cambio, los filisteos
compran armas y cruceros
y juegan a ser guerreros
de alguna guerra improbable.
En Chile, los miserables
sufren infames carencias,
y dice la presidencia:
“de enfermizos no me hable.”
Ya todo se viene abajo,
pues el andamio se achigua
y por más que se santigua
no hay empresa sin trabajo.
Si el pobre pelaba el ajo
por salarios miserables
hoy se ha vuelto inevitable
reconocer con certeza
que es el sostén de la empresa
y es el filo de ese sable.
BRINDIS DE DESPEDIDO
¡Brindo, dijo un despedido,
por nuestras ollas comunes,
donde el pueblo se reúne
dando un pan al desvalido!
¡Ante un Gobierno fallido
que retoza en su fracaso,
no han de fallar nuestros brazos
en la amorosa jornada,
dando al que no tiene nada,
fuerza, alimento y trabajo!
22 de junio de 2020
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