sábado, 21 de noviembre de 2020

Quien se disculpa se enaltece.



Quien se disculpa se enaltece.

En los convulsionados tiempos que como Humanidad se viven se torna difícil la llamada convivencia entre los seres humanos.

Los cerca de 8 mil millones de habitantes de este maltratado planeta con su inmensa diversidad de orígenes, de idiomas, de costumbres y culturas demuestran que las armonías, los entendimientos tropiezan con las fronteras no sólo geográficas, sino con las barreras conductuales de cada día. La belicosidad gana espacios.

Es asunto de ver ... lo que sucede en las comunidades urbanas, en el vecindario, en los centros laborales, en las diversas instituciones, en los barrios de cualquier comunidad de nuestro propio país. Para qué ir tan lejos ..., a otras distantes latitudes, porque siempre es más fácil decir de otros ...

Es cuestión de urbanidad suele decirse : saludar, ser cordial, solicitar por favor, saber escuchar, disculparse ante un error o agravio, agradecer. No son meras palabras, reflejan muchos aspectos, entre otros : enseñanza familiar, formación escolar, buenos ejemplos, sociabilidad. En general somos seres deficitarios, carenciados de dichos valores, lo que no significa que siempre habremos de permanecer en esa situación. Todo ser humano puede y debe modificar sus conductas, sus hábitos siempre para mejor.



Más específicamente se ha dicho de manera clara que la Humanidad de la que  formamos parte está huérfana de valores, de nobles propósitos. Obviamente que siempre existen valiosas excepciones. 

La soberbia de los tiempos que cursan, lo hiriente de las palabras o, el olvido de las buenas expresiones y normas de convivencia nos disminuyen como ciudadanos, como personas. No se menoscaba quien da disculpas a otro por faltas cometidas, al contrario, se enaltece. Los tiempos de la torpe soberbia y de los vacíos orgullos hacen creer de manera falsa que quien se disculpa poco menos que perdería su dignidad, su honor.

En la sociedad chilena hay disculpas y perdones ... que  todavía no se manifiestan por parte de quienes cometieron abusos, injusticias, torturas, crueldades y crímenes atroces rayanos en la más feroz inhumanidad. Por lo menos que lo expresen. No hacerlo es franca cobardía. 

Educar es el primer deber social. La Escuela ha de ser Única desde el Jardín Infantil hasta la Universidad en el proceso formativo de los seres humanos. Así concebida, sobre la base de las jerarquías axiológicas  del respeto, de la justicia, de la democracia, de la solidaridad y no de la dominación, de la esclavitud, del servilismo, del sometimiento, dicha entidad en plenitud de concepto ha de llamarse Escuela. Que la institución incorpore en su quehacer pedagógico la noción, el acervo de la universalidad de los pueblos.



Carlos Poblete Ávila,
Profesor de Estado.

Chile, Noviembre 20 de 2020.

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