UN MARTES DURA CINCUENTA AÑOS
En la que se cuenta lo que todos saben:
la verdad sale a flote y no hay modo de ahogarla.
Mil días, mis días.
Hubo un tiempo para el sueño,
y un tiempo para el amor;
un espacio sin dolor
donde volcar nuestro empeño;
mas llegó un torvo trasueño
que pervirtió la esperanza:
el tiempo de la acechanza
de tétricos carnavales
que en sus comparsas brutales
trajo la muerte y su danza.
Torturados
Vino el tiempo del horror
y el viento cambió de rumbo:
buscando de tumba en tumbo
los despojos del amor,
se elevó nuestro clamor
como una rota campana.
Dios clausuró su ventana
y se metió en su escondrijo
indiferente a sus hijos
que labraban un mañana.
Detenidos
Yazgo insomne, sobre el lecho.
En el silencio y la sombra,
pasa la muerte en su ronda
reptando sobre los techos,
olfateando nuestros pechos
carcomidos de temor,
esperando al matador
que en siniestras caravanas
nos privará del mañana
en oleadas de horror.
Ejecutados
Estabas en la oficina,
entre papeles y sellos
y te llevaron con ellos
un día que no termina.
Un suelo de calamina
laceraba tus rodillas;
un fuego de candelillas
encandilaba tus ojos,
y fue allí, entre los abrojos,
que se ensañó la cuadrilla.
Desaparecidos
No hubo un lugar en la tierra
para tus huesos desnudos:
el mar insondable y mudo
en sus abismos te encierra,
y a nuestra alma se aferran
salobres sueños dormidos
que reposan suspendidos
en almácigas latentes,
brotando desde tu frente
invulnerable al olvido.
Medio siglo
Cuando el mundo conmemora
la gesta inmensa de Allende,
el chileno desatiende
la gravedad de esta hora.
Una izquierda castradora
daña más que el adversario
cruel, falaz y cavernario,
que acumula fortaleza
volviendo sobre su presa
en un nuevo aniversario.
Sale a la luz la verdad
que quisieron ocultar,
torcer y también burlar:
la Humanidad la sabrá.
El mundo no cejará
en repudiar vuestros nombres
que enlutaron a los hombres
que ennoblecen nuestro suelo.
Nunca terminará el duelo
que a la dignidad asombre.
Y sin rima, los treinta y cuatro… (1)
Alicia, Jaime Andrés, y Carmencita;
Hugo, Rafael y Soledad;
Paola, Marcela y Luz Marina;
Eduardo, Jessica y Samuel.
Magla, Alejandra y Macarena;
Héctor, Nadia del Carmen y Francisco.
Carlos, Susana y Gabriel;
Nelson, Felipe y Mercedes;
Marco Antonio, Claudia y Lorena;
Elizabeth, Orlando y José;
Jaime Ignacio, Raúl y Sergio.
32 niños –el mayor de 13 años, y dos menores de un mes– fueron ejecutados;
uno es desaparecido: Sergio Gómez Arriagada de 11 años. Sólo un secuestrado, Pablo Athanasius,
fue encontrado en agosto de 2013, por las Abuelas de Plaza de mayo, en Argentina.
Fuente: Libro “NIÑOS”, de María José Ferrada y María Elena Valdez.
Editorial Liberalia, 2020. ISBN 978-956-8484-94-1
JORGE LILLO / 10 DE SEPTIEMBRE DE 2023
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