Ya habíamos dicho de lo proclive de nuestro Editor Cultural a las ilustraciones, es por eso que vemos tantos amigos que nos envían sus dibujos para que los publiquemos, pero esta vez quiero presentarles a un ilustrador colombiano, con un historial bastante prolífico y muy entretenido. Aprovechando la cuarentena para que conozcan a los ilustradores de nuestra américa.
Nuestro amigo se llama Javier Covo Torres, que lo mostraremos a través de una crónica en el Universal de Cartagena, Colombia, escrito por Julie Parra Benítez´
La razón o el ¿por qué? de incluir a este ilustrador en "Sobremesas y Charlas", es porque comenzaremos a publicar unas viñetas de Beethoven (para sordos) por Covo, para que conozcamos un poco más de este gran compositor. Aclarado esto, vamos con esta presentación.
JULIE PARRA BENÍTEZ @ElUniversalCtg
13 de agosto de 2017 12:00 AM
Lo
primero que hizo Javier Covo Torres cuando se graduó como arquitecto
fue entregar el diploma a sus padres, con cierto gesto de haber cumplido
una misión. Su pasión, desde niño, siempre fue contar historias con
dibujos. En el colegio, y a escondidas, se dedicaba a crear y borrar
escenas con tizas sobre el pupitre en horas de clase.
Aún sin graduarse, pero con la satisfacción de terminar una carrera “seria”, se animó a estudiar eso que le apasiona pero no “produce”. Viajó a México a cursar Artes Plásticas en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y en 1983, a sus 25 años y ya casado con una mexicana, regresó a Cartagena para recibir el cartón que lo acreditaba como arquitecto. Covo es además un pintor y caricaturista cartagenero, que si bien se dedicó a este último oficio, o a hacer “muñequitos”, como él dice, también veía un futuro prometedor cuando apenas se formaba como profesional en la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
Tan convencido estaba de que “el arte no daba plata”, que se especializó en Restauración de Monumentos e Historia de la Arquitectura en Madrid, España, a pesar de que sus dibujos ya le habían generado unos cuantos centavos siendo apenas estudiante de bachillerato, pues hizo caricaturas para el periódico El Universal, en los años 70, al ganarle el puesto a su profesor de dibujo. “El problema era pasar la materia de dibujo después, porque era mi profesor y, además, me la tenía montada”, recuerda entre risas. También trabajó durante 15 años para El Espectador, pasando por el momento en que el narcotráfico atacó al diario por sus publicaciones, en los 80, hasta que la familia Cano vendió al empresario Julio Mario Santo Domingo, en 1997.
En
todo este tiempo publicó una serie libros sobre grandes personajes bajo
el prisma del humor: Einstein (relativamente fácil), Freud (para
inconscientes), Van Gogh (para esquizoides), Gandhi (en ayunas), Mozart
(Ma non troppo), Beethoven (para sordos), Picasso (en cubitos), Leonardo
Da Vinci (Al fresco), Napoleón (A la mignon) y Julio César (A lo
bruto).
“Esa serie de biografías tuvo un relativo éxito, eso me impulsó mucho y me hizo andar por las ferias. Realmente lo que hago es divulgar la cultura con humor. Tratar de que la gente lea pero con humor gráfico. Mis libros son una manera de enseñar divirtiendo. De Cartagena, hice La historia de Cartagena, un libro que hicimos de una aventura, con Sícalo Pinaud. Esa edición se vendió toda y a raíz de eso, me empezaron a publicar aquí en Colombia, porque ese libro llegó a las editoriales en Bogotá”, cuenta Covo.
‘Pasaporte Yucateco’
Después de ese trabajo en Colombia, Covo y su esposa, Ileana Reyes, se mudaron a la ciudad natal de esta, Mérida, en el estado de Yucatán (México), en el 2000.
“Allá ese proceso de divulgar la cultura me agarró como en un periodo de madurez creativa, porque ya tenía más de 40 años. Allá empecé a desarrollar un trabajo en un lugar que no es el mío, pero en el proceso de adaptarme y asimilar una cultura diferente (incluso a la del resto de México), ese trabajo empezó tener mucho impacto”, señala el caricaturista. Y hace unos ocho años, Covo creó el libro Pasaporte Yucateco, del cual se han vendido cerca de 20 mil ejemplares en varias ediciones.
De ese libro, que es un recorrido por la cultura yucateca, nació tres años después un personaje llamado ‘Donia Way’. “’Donia’ es doña, porque en el habla yucateca, en su cruce con maya, tienen dificultad para pronunciar la ñ. En maya no existe la ñ. Y ‘way’ es una interjección. En maya es una expresión de asombro, de sorpresa”, aclara el autor.
“Javier empezó a mostrar a ‘Donia Way’ en redes y la gente comenzó a tener un espejo de su propio yo. Ella reflejó, aún siendo una mujer indígena, que allá se le dice mestiza, a gente de todos los estratos sociales y de todas las edades. Era la primera vez que un personaje hacía este trabajo de identificar y representar una cultura allá, en Yucatán”, explica Ileana, una antropóloga e investigadora que se formó como comunicadora social en Cartagena para ayudar en la labor de su esposo.
¿El arte no produce?
Donia Way comenzó a ganar seguidores, actualmente tiene más de 76 mil en Facebook. “La gente preguntaba qué había de Donia Way, porque querían comprar algo de ella y así empezamos a hacer una taza, una camiseta”... Desarrollaron la marca ‘Way’, con productos de todo tipo, montaron su propia tienda en el centro histórico de Mérida, una revista mensual que va en su edición número 66 y mueve mucha publicidad, unas cartillas con ‘bombas’ (versos que se dicen durante la ‘jarana’, baile típico de Yucatán), recetarios, ‘yucabulario’.
Y todo con la creatividad y los “muñequitos” de Javier Covo Torres y la solidez investigativa de su esposa.
“Todo nos sirve de pretexto para divulgar nuestra cultura y para mostrar a Yucatán de manera simpática. Tenemos más de 30 puntos de distribución, aparte de nuestra propia tienda. Los productos se venden en hoteles, restaurantes, tiendas e infinidad de sitios”, agrega Ileana.
‘Doña Máxima’
Con la acogida de Donia Way, Covo busca replicar ese mismo modelo en su tierra. Para eso creó un personaje en redes llamado Máxima, una palenquera que refleja la cultura del Caribe colombiano. “Ese es el proyecto que tengo ahora, porque siento que tengo una deuda con la Costa”.
El objetivo de Máxima es dignificar la cultura caribeña, mostrar nuestra manera de hablar, nuestra identidad. “Es una manera para que la gente se dé cuenta del valor de lo que tiene, porque, a veces, por tenerlo tan cerca, no lo valoramos”.
Y Covo demostró, o se demostró a sí mismo, que sí vale la pena trabajar en eso que nos apasiona. “Mira todo lo que he logrado... y lo que hago son ‘muñequitos’, ¿cómo te parece? Me fui a especializar a Europa y lo que me gusta hacer son ‘muñequitos’. Eso es lo que hago y me gusta hacer. Uno tiene que hacer en la vida lo que le es natural hacer”.
Premios
Javier Covo Torres ganó en Colombia el Premio Nacional ‘Corona a la Arquitectura’, en 1987; Premio Identidad Colonial con su trabajo de grado ‘La Casa Colonial Cartagenera’., en 1988; Premio IV Salón de Artes “Blasco Caballero”, en 1984; Beca Instituto Colombiano de Cultura – Colcultura 1994. En Argentina, ganó el Premio Selección de Comunicadores Sociales – CINDE, en 1992.
Presentación en Medellín
Javier Covo hará parte del concierto ‘Mozart en su tinta’, una narración ágil y divertida de la vida de uno de los músicos más influyentes de la historia, en el que se mezclan tres disciplinas artísticas: música, actuación y dibujo en vivo.
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Aún sin graduarse, pero con la satisfacción de terminar una carrera “seria”, se animó a estudiar eso que le apasiona pero no “produce”. Viajó a México a cursar Artes Plásticas en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y en 1983, a sus 25 años y ya casado con una mexicana, regresó a Cartagena para recibir el cartón que lo acreditaba como arquitecto. Covo es además un pintor y caricaturista cartagenero, que si bien se dedicó a este último oficio, o a hacer “muñequitos”, como él dice, también veía un futuro prometedor cuando apenas se formaba como profesional en la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
Tan convencido estaba de que “el arte no daba plata”, que se especializó en Restauración de Monumentos e Historia de la Arquitectura en Madrid, España, a pesar de que sus dibujos ya le habían generado unos cuantos centavos siendo apenas estudiante de bachillerato, pues hizo caricaturas para el periódico El Universal, en los años 70, al ganarle el puesto a su profesor de dibujo. “El problema era pasar la materia de dibujo después, porque era mi profesor y, además, me la tenía montada”, recuerda entre risas. También trabajó durante 15 años para El Espectador, pasando por el momento en que el narcotráfico atacó al diario por sus publicaciones, en los 80, hasta que la familia Cano vendió al empresario Julio Mario Santo Domingo, en 1997.
“Esa serie de biografías tuvo un relativo éxito, eso me impulsó mucho y me hizo andar por las ferias. Realmente lo que hago es divulgar la cultura con humor. Tratar de que la gente lea pero con humor gráfico. Mis libros son una manera de enseñar divirtiendo. De Cartagena, hice La historia de Cartagena, un libro que hicimos de una aventura, con Sícalo Pinaud. Esa edición se vendió toda y a raíz de eso, me empezaron a publicar aquí en Colombia, porque ese libro llegó a las editoriales en Bogotá”, cuenta Covo.
‘Pasaporte Yucateco’
Después de ese trabajo en Colombia, Covo y su esposa, Ileana Reyes, se mudaron a la ciudad natal de esta, Mérida, en el estado de Yucatán (México), en el 2000.
“Allá ese proceso de divulgar la cultura me agarró como en un periodo de madurez creativa, porque ya tenía más de 40 años. Allá empecé a desarrollar un trabajo en un lugar que no es el mío, pero en el proceso de adaptarme y asimilar una cultura diferente (incluso a la del resto de México), ese trabajo empezó tener mucho impacto”, señala el caricaturista. Y hace unos ocho años, Covo creó el libro Pasaporte Yucateco, del cual se han vendido cerca de 20 mil ejemplares en varias ediciones.
De ese libro, que es un recorrido por la cultura yucateca, nació tres años después un personaje llamado ‘Donia Way’. “’Donia’ es doña, porque en el habla yucateca, en su cruce con maya, tienen dificultad para pronunciar la ñ. En maya no existe la ñ. Y ‘way’ es una interjección. En maya es una expresión de asombro, de sorpresa”, aclara el autor.
“Javier empezó a mostrar a ‘Donia Way’ en redes y la gente comenzó a tener un espejo de su propio yo. Ella reflejó, aún siendo una mujer indígena, que allá se le dice mestiza, a gente de todos los estratos sociales y de todas las edades. Era la primera vez que un personaje hacía este trabajo de identificar y representar una cultura allá, en Yucatán”, explica Ileana, una antropóloga e investigadora que se formó como comunicadora social en Cartagena para ayudar en la labor de su esposo.
¿El arte no produce?
Donia Way comenzó a ganar seguidores, actualmente tiene más de 76 mil en Facebook. “La gente preguntaba qué había de Donia Way, porque querían comprar algo de ella y así empezamos a hacer una taza, una camiseta”... Desarrollaron la marca ‘Way’, con productos de todo tipo, montaron su propia tienda en el centro histórico de Mérida, una revista mensual que va en su edición número 66 y mueve mucha publicidad, unas cartillas con ‘bombas’ (versos que se dicen durante la ‘jarana’, baile típico de Yucatán), recetarios, ‘yucabulario’.
Y todo con la creatividad y los “muñequitos” de Javier Covo Torres y la solidez investigativa de su esposa.
“Todo nos sirve de pretexto para divulgar nuestra cultura y para mostrar a Yucatán de manera simpática. Tenemos más de 30 puntos de distribución, aparte de nuestra propia tienda. Los productos se venden en hoteles, restaurantes, tiendas e infinidad de sitios”, agrega Ileana.
‘Doña Máxima’
Con la acogida de Donia Way, Covo busca replicar ese mismo modelo en su tierra. Para eso creó un personaje en redes llamado Máxima, una palenquera que refleja la cultura del Caribe colombiano. “Ese es el proyecto que tengo ahora, porque siento que tengo una deuda con la Costa”.
El objetivo de Máxima es dignificar la cultura caribeña, mostrar nuestra manera de hablar, nuestra identidad. “Es una manera para que la gente se dé cuenta del valor de lo que tiene, porque, a veces, por tenerlo tan cerca, no lo valoramos”.
Y Covo demostró, o se demostró a sí mismo, que sí vale la pena trabajar en eso que nos apasiona. “Mira todo lo que he logrado... y lo que hago son ‘muñequitos’, ¿cómo te parece? Me fui a especializar a Europa y lo que me gusta hacer son ‘muñequitos’. Eso es lo que hago y me gusta hacer. Uno tiene que hacer en la vida lo que le es natural hacer”.
Premios
Javier Covo Torres ganó en Colombia el Premio Nacional ‘Corona a la Arquitectura’, en 1987; Premio Identidad Colonial con su trabajo de grado ‘La Casa Colonial Cartagenera’., en 1988; Premio IV Salón de Artes “Blasco Caballero”, en 1984; Beca Instituto Colombiano de Cultura – Colcultura 1994. En Argentina, ganó el Premio Selección de Comunicadores Sociales – CINDE, en 1992.
Presentación en Medellín
Javier Covo hará parte del concierto ‘Mozart en su tinta’, una narración ágil y divertida de la vida de uno de los músicos más influyentes de la historia, en el que se mezclan tres disciplinas artísticas: música, actuación y dibujo en vivo.
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