EN LA QUE EL AUTOR SE PREGUNTA POR UNA COSA RECIENTE
QUE QUEDÓ OLVIDADA EN EL DESVÁN, COMO UN SIMPLE
CACHIVACHE, Y EN CAMBIO RECUERDA –PATENTITO– ALGO ÚTIL QUE PASÓ HACE MEDIO SIGLO.
¿Dónde quedó aquella Mesa
(Mesa de Unidad Social)
que pretendió liderar
la protesta sin cabeza?
¿Dónde quedó la certeza
de su urgente liderazgo?
¿Dónde se diluyó el rasgo
de fervorosa constancia?
¿La frenó la militancia
o algún nuevo mecenazgo?
¿Acaso quedó sin patas
esta Mesa de Unidad?
¿La política venal
la habrá comprado barata?
¿Dónde está la perorata
de demanda popular,
que nos llevó a cabildear
por nueva Constitución?
¿Se les perdió en el salón
de algún nuevo lupanar?
Más acá de la pandemia,
detrás de las mascarillas,
perviven las camarillas
que mantienen esta endemia.
A pesar de la epidemia
la gente sigue pensando,
como todos, preguntando:
¿en dónde estará la Mesa?
y no hay ninguna certeza
para seguirla esperando.
Todos juegan para un lado:
es decir, pa la derecha;
el ganado va a la pecha
del amo que lo ha criado.
La Mesa ya se ha olvidado,
–tal vez sea pa mejor–;
el pueblo con pundonor
habrá de seguir a flote
hasta que aguante este bote
o que haya Constitución.
DESPEDIDA
Ahora, en la despedida,
rindo honor al Presidente
que murió como un valiente
sacrificando su vida.
El pueblo nunca lo olvida
porque está en su corazón:
su vida es como un timón
de ejemplo y de consecuencia.
¡Cada día su presencia
me acompaña, Salvador!
JORGE LILLO / 10 DE SEPTIEMBRE DE 2020.
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