Instituciones culturales colaboradoras del Estado de Chile hacen un llamado para dejar sin efecto los recortes presupuestarios de Cultura 2021
Nos encontramos en momentos de grandes dificultades en Chile. La pandemia Covid 19, la debacle económica y laboral y la incertidumbre respecto de cuándo podremos superar los riesgos sanitarios han sumido al sector cultural - como a muchos otros - en una crisis de dimensiones incalculables. La imposibilidad de activar los espacios culturales en todas las regiones del país, de dar continuidad a programas de impacto en la educación, de desarrollar programación relevante para la economía del sector, además de las exigencias de sostener grandes inmuebles de propiedad pública sin poder producir recursos, entre otras obligaciones, configuran un escenario negativo que, para ser remontado, debe contar con políticas de sostenibilidad y de desarrollo acordes con las circunstancias. Nos parece que en sus ajustes, el presupuesto 2021 en Cultura no se condice con el tremendo impacto de la pandemia en la actividad artística y cultural del país.
El diseño presupuestario de Cultura 2021 ha significado una rebaja de los financiamientos de numerosas instituciones que van de un 8 a un 20%. Esta disminución es una medida regresiva que afecta gravemente a un sector para el cual los procesos de desarrollo y sus resultados son de largo y sostenido aliento. Para contribuir a la formación de una ciudadanía consciente, diversa y participativa es imprescindible una estabilidad presupuestaria que permita que los programas que sostenemos cumplan su ciclo total de vida. La programación cultural es un asunto que se diseña e implementa con años de antelación para tener así impacto en los territorios en que trabajamos. Parte significativa del patrimonio material e inmaterial de Chile está al cuidado de varias de nuestras instituciones, junto a colecciones de enorme valor patrimonial y económico. Las experiencias artísticas que proveemos contribuyen a crear comunidad y sentido de pertenencia, fortalecen identidades y hacen de nuestros bienes culturales cartas de presentación cuya excelencia nos da visibilidad en un mundo competitivo y globalizado.
El mismo Estado que nos mandató a cumplir este rol fundamental para el cumplimiento de la política pública y se comprometió en “asegurar la sostenibilidad de los espacios culturales públicos e independientes”, propone un recorte que reduce nuestra planificación en materia de fomento de la participación cultural; de valoración y visibilización social de las disciplinas, las y los artistas y su obras; de apoyo a la creación, la formación artística, producción y productividad; de colaboración en la difusión, circulación, exhibición de artistas y obras tanto en las regiones de Chile, como en el extranjero, de desarrollo de programas de formación de públicos y mediación; de iniciativas de colaboración con otros agentes del sector y con el propio Estado. En esta pandemia, los espacios no formales de educación han cobrado gran relevancia. Las audiencias han buscado ávidamente espacios de reflexión, encuentro y diversidad de contenidos que permitan ampliar mundos, movilizar saberes y acceder a espacios de esparcimiento y aprendizaje, así como a valorar el tiempo que se dedica a actividades de esta índole. Fortalecer este rol se vuelve hoy un imperativo para complementar así la labor de las escuelas, las familias y las ciudades, proveyendo desde estos espacios instancias culturales que desarrollen, fortalezcan e instalen habilidades para la vida que son fundamentales para la convivencia y subsistencia, en una sociedad que clama por encontrar las vías que permitan una coexistencia armoniosa.
El año 2020 dejamos de percibir auspicios e ingresos propios por arriendo de espacios, venta de tickets, talleres, etc. El año 2021 será igualmente crítico. Un recorte presupuestario de parte de los fondos del Estado fulmina un gran número de proyectos artísticos de carácter socio-cultural y territorial: en distinta forma y grado cada institución y su realidad disminuirá los programas y actividades, deberá reducir equipos de trabajo y aumentará la cesantía con el riesgo de caer en mayor precarización de artistas, técnicos y profesionales sin que podamos financiar, además, medidas sanitarias, económicas y programáticas que favorezcan a trabajadores, públicos, contrapartes comunitarias y artistas, entre muchos otros destinatarios de las políticas públicas de cultura.
Esperamos que con la acción del Congreso Nacional, con los aportes de nuestras instituciones, gremios y organizaciones al debate y con la voluntad política de los Ministerios de Hacienda y de Cultura, consensuemos un presupuesto 2021 sin recortes y con un enfoque de reactivación articulada con nuestro sector. Nos ponemos a disposición para emprender esta tarea porque Chile lo necesita.
Centro Cultural Gabriela Mistral
Centro Cultural La Moneda
Centro Cultural Matucana 100
Corporación Cultural Balmaceda Arte Joven
Fundación Teatro a Mil
Museo Chileno de Arte Precolombino
Museo Violeta Parra
Parque Cultural de Valparaíso
Teatro Biobío
Teatro Municipal de Santiago
No hay comentarios:
Publicar un comentario