Abril Becerra
La actriz Gabriela Hernández contesta radiante el teléfono. Para ella, el confinamiento no ha sido un problema. Le gusta disfrutar su soledad, regresar al piano, pintar acuarelas, leer de acuerdo a sus propios tiempos.
Durante la crisis sanitaria, también se ha sumado a charlas y proyectos digitales vía Zoom. Se ha acomodado bien a las circunstancias, aunque tiene muy presente que hay quienes lo han pasado peor. “Ha sido un momento doloroso, pero no necesité de la pandemia para darme cuenta cómo es la situación de los adultos mayores en Chile”.
“Hay pocos hogares de reposo y muchos son muy caros. Pero, en este país no hay que generalizar, porque es un país muy desigual. Siempre digo que no hablemos de la tercera edad, porque hay que ser consciente: nadie tiene la misma vida en este país”.
La actriz también dice que nunca recibió un sueldo como el de las figuras principales de la televisión, pero, de todas formas, reconoce que ha tenido un mejor pasar. No se queja. Pero le duele la inequidad que existe en la sociedad en general y en su propio gremio: “Para este Gobierno no existimos. Para la Ministra de Cultura no existimos”, comenta.
“Nosotros no tenemos jubilación y los contratos de los canales son esporádicos. Cuando regresé a Chile, a los 40, alguien me dijo que no era obligatorio cotizar en una AFP. Entonces, toda mi vida he manejado mis platas. No me metí nunca en una AFP ni cuando fue obligatorio. Y, que yo sepa, los mayores no impusimos nunca y el que impuso lo hizo con grandes lagunas”.
La realidad de los actores y actrices mayores siempre ha sido difícil producto de la informalidad del oficio y la falta de incentivos permanentes para el sector de las artes. Sin embargo, la situación se ha complejizado aún más en pandemia por el cierre de los teatros y centros culturales. Y es que para los actores y actrices mayores el retiro no es una posibilidad: primero, porque el teatro lo llevan en la sangre y segundo, por la necesidad de recibir una remuneración.
El actor Humberto Gallardo bien lo sabe. Durante estos meses ha visto cómo sus colegas han ido adaptándose a la crisis, incluso levantando proyectos de todo tipo, como es el caso del actor Julio Milostich, quien inició el emprendimiento Empanadas la Querencia.
“Evidentemente, quedar de repente sin ninguna actividad ha sido difícil, porque levantarse y no tener nada que hacer es complicado. Yo estaba con un proyecto a punto de concretarse, una obra fantástica sobre Nietzsche. El lunes 16 de marzo tenía una reunión a las 5 de la tarde para ver el presupuesto de la obra y luego al mediodía me dicen que se posterga la reunión. Hasta el día de hoy no ha logrado pasar nada. Además, nuestra actividad ya se vio afectada a finales del 2019. Ahí ya se complicaron las cosas”, comenta.
Gallardo también señala que son muy pocos los actores y actrices los que han podido sumarse a actividades virtuales y que recién él comienza a vislumbrar opciones laborales de este tipo. Aún así, sostiene que él se encuentra en una mejor posición que otros colegas gracias al apoyo familiar, los frutos de su carrera y las ayudas que ha tenido desde la Corporación Chileactores: “No he tenido mayores problemas. Creo que soy muy ordenado, porque soy contador (…). Pero la gran mayoría, no sé qué porcentaje, quizás el 90 por ciento de actores, están en esa situación. Ha sido muy terrible”.
En 2016, Gallardo, junto a otros seis intérpretes nacionales, fue beneficiado con una pensión de gracia otorgada por el Estado. Según dice, ese apoyo fue un reconocimiento importante a su trayectoria, una acción que bien podría replicarse para valorar a los artistas en vida y no póstumamente. “La cultura en general. Todo el mundo está muy desprovisto de todo lo que es una buena ayuda”, dice.
El rol de Chileactores
Durante los últimos años, la Corporación de Actores de Chile (Chileactores) ha realizado un trabajo clave para ir en ayuda de los y las intérpretes mayores. Por medio de la Fundación Gestionarte, la entidad ha podido generar un catastro respecto de aquellos casos más críticos, propiciando, a su vez, un programa de beneficios que incluye pensión de vejez, asistencia de urgencia domiciliaria y el acceso a un fondo de emergencia que cubre necesidades médicas extraordinarias, entre otros.
Estos servicios son posibles gracias a la Ley Nº17.336, que establece que el 10 por ciento de todo lo que se recauda por derecho de autor puede ir a un fondo social. Actualmente, son cerca de 300 personas mayores las que reciben este tipo de ayudas, entre bailarines, gente asociadas al doblaje y el humor. En ese grupo existen, aproximadamente, 70 exponentes vinculados al teatro.
“Este es un sistema solidario inventado por nosotros. Los actores y actrices nos ayudamos entre nosotros. Los que están trabajando ayudan a los mayores, los que están trabajando ayudan a los que tienen necesidad. De esa manera funciona”, explica Esperanza Silva, presidenta de Chileactores.
Durante 2020, la corporación entregó cerca de 400 millones de pesos a sus socios con el objetivo de paliar las consecuencias que dejó la pandemia en el rubro y, según afirma Silva, la idea es llegar a los 500 millones de pesos durante 2021. Sin estos incentivos, la crisis habría sido muy difícil de enfrentar, ya que, dado a la informalidad de la profesión, son muy pocos los creadores que pueden acceder a los escasos beneficios otorgados por el Estado en este momento.
“Si siempre hemos sido precarios, pero ahora la cuestión es de una precariedad extrema, porque además no tenemos ninguna autoridad que nos represente. El Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio no ha sabido responder a las necesidades del sector”, comenta Esperanza Silva.
“Aquí hay varios puntos críticos. Primero, no somos reconocidos como trabajadores, a pesar de que existe una ley que, desde hace más de 18 años, nos incluye en el Código Laboral, pero no se respeta esa ley. Entonces, la vejez es muy dura para los actores y actrices. Y, como no eres contratado, sino que eres considerado como un temporero, tampoco hay posibilidades de ahorrar mucho”, afirma.
Esperanza Silva también indica que existe un gran problema a la hora de identificar quienes son los actores y actrices más complicados. Según dice, siempre hay pudor a la hora de reconocer estas realidades. “Vivimos un poco de la imagen, entonces, tampoco podemos decir que estamos muertos de hambre y no tenemos nada en el refri. Uno piensa, que tampoco te van a llamar si saben de esa realidad. Es muy tremendo eso”.
“Entonces, tenemos que ir pesquisando por aquí, por allá, quienes están en necesidades, ir hacer visitas domiciliarias, conversar con la gente, vemos cuáles son sus redes de apoyo. vemos cuáles son sus necesidades y elaboramos un plan particular para cada uno de nuestros socios en dinero, kinesiología, cuidadoras, TENS”, comenta.
Lilian Fuentes, actriz y asistente social de Gestionarte, comenta que este tipo de ayudas, si bien son un aporte significativo, no resuelven el problema de fondo: la precariedad de los actores y actrices a la hora de enfrentar su vejez. “El oficio artístico en nuestro país es bien vulnerable. Por eso es que se han abordado distintos beneficios, pero no podemos abordarlos todos. En ese sentido, tenemos implementada una pensión de vejez para algunos socios que tienen trayectoria, pero que no tienen ningún tipo de ayuda o ayudas muy menores para su época de mayor edad”.
“Sobre todo en este momento de pandemia se implementaron beneficios muy especiales para todo el rubro y, en el ámbito de los adultos mayores, tratamos de implementar un programa de seguimiento para ver si necesitaban medicamentos o algún aporte especial. Tratamos de hacer un acompañamiento permanente, sobre todo en este grupo de personas. Y están bastante cercanos. Más allá del beneficio puntual, nuestro interés es mantener el vínculo cercano con cada uno de los socios, sobre todo cuando tienen algún tipo de dificultad”, dice Fuentes.
Según plantea, hoy existen varias maneras de solicitar los beneficios de la Fundación: “Tenemos implementada nuestra página Web donde pueden ingresar sus solicitudes y tenemos contacto directo a través del mail. De hecho, pueden postular ellos mismos o si hay alguien que sabe del mismo grupo de socios, nos llaman directamente y nos acercamos a ellos para poder entregar las ayudas. Nosotros mismos también los estamos llamando y consultando”, destaca.
¿Desde las políticas públicas?
La realidad de los actores y actrices mayores es un tema que no deja de preocupar al sector de las artes. Lo ideal, según dicen en el gremio, es pensar otro tipo de ayudas desde las políticas públicas. La solución implicaría un cambio radical respecto de cómo hoy son percibidas las artes y sus creadores. Es necesario, por ejemplo, mayores presupuestos así como un sistema que socave la informalidad de los trabajadores y trabajadoras de la cultura.
“El Estado debería cubrir las necesidades de los artistas como en todas partes del mundo. El Estado tiene que ser un Estado cuidador. Por otro lado, tienen que darle una fuerza a los sindicatos para poder negociar colectivamente. Esas dos cosas creo que son fundamentales”, concluye Esperanza Silva.
Cabe señalar, que el Ministerio de las Culturas no quiso dar declaraciones respecto de este tema.
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