CARTA ABIERTA AL
MINISTRO DE LA VIVIENDA CRISTIÁN MONKEBERG.
Santiago, 22 de marzo de 2020.
Estimado Sr. Ministro:
El estado de
catástrofe, como todos los estados excepción, otorga muchas atribuciones al
Estado para poder enfrentar las emergencias que se presentan.
Entre otras,
le permite girar fondos a fin de ejecutar cualquier tipo de obras con urgencia,
eliminando los trámites exigidos en tiempos normales.
Para
combatir la actual epidemia del Coronavirus que estamos enfrentando, todos
coinciden que el lavado acucioso de manos es el mejor antídoto. Pero ocurre que
en Chile tenemos en la actualidad unas 60.000 familias, es decir unos 200.000
compatriotas residiendo en campamentos, que carecen de provisión normal de agua
potable. La receta de lavarse las manos, es para ellos una burla. Más bien una
ofensa.
Le propongo
Sr. Ministro, aprovechar la actual coyuntura para realizar las obras que sean
necesarias a fin de instalar las redes que permitan el acceso de tan vital
elemento con la mayor urgencia, a todos los campamentos existentes en el país.
Es cierto
que debemos diferenciar entre quienes están asentados en zonas de
vulnerabilidad y los que viven en áreas aptas para la residencia definitiva.
También es
necesario diferenciar entre quienes residen en terrenos de propiedad fiscal y
los que se han establecido en terrenos de propiedad particular.
Las
atribuciones que otorga el Estado de Catástrofe permiten allanar estos
obstáculos. Desde luego, si es necesario, el Estado de excepción lo autoriza a “disponer las requisiciones de bienes y
establecer limitaciones al ejercicio del derecho de propiedad”. No vacile
Sr. Ministro en hacer uso de estas atribuciones, resolviendo o al menos, disminuyendo
las indignas condiciones de vida que afectan a tantos de nuestros compatriotas
y familias inmigrantes arribados a Chile en los últimos años.
Siempre en
el pasado, las catástrofes tuvieron para nosotros en el sector Vivienda un lado
positivo. Así fue con el terremoto de Talca en 1928, que generó el año 1931, la
primera Ley y Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, aún vigente, con
las modificaciones que ha requerido con el paso de los años.
Así fue con
el terremoto de Chillán en 1939, que dio vida a la Corporación de Reconstrucción
y Auxilio, organismo dependiente de la CORFO, cambiándole la cara a ciudades
como Concepción y Chillán.
Así fue con
el terremoto de 1965 en la Ligua, que generó la Ley Nº 16282, primera
legislación en Chile, que estableció disposiciones permanentes para casos de
sismos o catástrofes.
Así fue con Valdivia,
que debe agradecerle al cataclismo de 1960, la accesibilidad al río, remozando
su desarrollo urbano hasta adquirir el encanto que hoy exhibe.
Si usted lo
estima necesario, estoy seguro que numerosos profesionales jóvenes, así como
nuestro Colegio de Arquitectos, se pondrán a su disposición para salvar con
éxito este noble desafío.
Estimado Sr.
Ministro, la pandemia podemos aprovecharla como una oportunidad excepcional, para
convertirla en un beneficio colectivo.
Usted puede
pasar a la historia, como el hombre que dio un paso trascendental para
proporcionarle a centenares de miles de compatriotas el acceso al agua, la
necesidad más vital del ser humano.
Lo saluda
Miguel Lawner
Arquitecto
Foto: Valdivia 1960.
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