martes, 24 de marzo de 2020

Estado de Catástrofe. Escribe Miguel Lawner.





CARTA ABIERTA AL MINISTRO DE LA VIVIENDA CRISTIÁN MONKEBERG.

Santiago, 22 de marzo de 2020.

Estimado Sr. Ministro:

            El estado de catástrofe, como todos los estados excepción, otorga muchas atribuciones al Estado para poder enfrentar las emergencias que se presentan.
            Entre otras, le permite girar fondos a fin de ejecutar cualquier tipo de obras con urgencia, eliminando los trámites exigidos en tiempos normales.

            Para combatir la actual epidemia del Coronavirus que estamos enfrentando, todos coinciden que el lavado acucioso de manos es el mejor antídoto. Pero ocurre que en Chile tenemos en la actualidad unas 60.000 familias, es decir unos 200.000 compatriotas residiendo en campamentos, que carecen de provisión normal de agua potable. La receta de lavarse las manos, es para ellos una burla. Más bien una ofensa. 

            Le propongo Sr. Ministro, aprovechar la actual coyuntura para realizar las obras que sean necesarias a fin de instalar las redes que permitan el acceso de tan vital elemento con la mayor urgencia, a todos los campamentos existentes en el país.
            Es cierto que debemos diferenciar entre quienes están asentados en zonas de vulnerabilidad y los que viven en áreas aptas para la residencia definitiva.


            También es necesario diferenciar entre quienes residen en terrenos de propiedad fiscal y los que se han establecido en terrenos de propiedad particular.

            Las atribuciones que otorga el Estado de Catástrofe permiten allanar estos obstáculos. Desde luego, si es necesario, el Estado de excepción lo autoriza a “disponer las requisiciones de bienes y establecer limitaciones al ejercicio del derecho de propiedad”. No vacile Sr. Ministro en hacer uso de estas atribuciones, resolviendo o al menos, disminuyendo las indignas condiciones de vida que afectan a tantos de nuestros compatriotas y familias inmigrantes arribados a Chile en los últimos años. 

            Siempre en el pasado, las catástrofes tuvieron para nosotros en el sector Vivienda un lado positivo. Así fue con el terremoto de Talca en 1928, que generó el año 1931, la primera Ley y Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, aún vigente, con las modificaciones que ha requerido con el paso de los años. 

            Así fue con el terremoto de Chillán en 1939, que dio vida a la Corporación de Reconstrucción y Auxilio, organismo dependiente de la CORFO, cambiándole la cara a ciudades como Concepción y Chillán.

            Así fue con el terremoto de 1965 en la Ligua, que generó la Ley Nº 16282, primera legislación en Chile, que estableció disposiciones permanentes para casos de sismos o catástrofes. 

            Así fue con Valdivia, que debe agradecerle al cataclismo de 1960, la accesibilidad al río, remozando su desarrollo urbano hasta adquirir el encanto que hoy exhibe. 

            Si usted lo estima necesario, estoy seguro que numerosos profesionales jóvenes, así como nuestro Colegio de Arquitectos, se pondrán a su disposición para salvar con éxito este noble desafío. 

            Estimado Sr. Ministro, la pandemia podemos aprovecharla como una oportunidad excepcional, para convertirla en un beneficio colectivo.

            Usted puede pasar a la historia, como el hombre que dio un paso trascendental para proporcionarle a centenares de miles de compatriotas el acceso al agua, la necesidad más vital del ser humano. 

            Lo saluda
Miguel Lawner
Arquitecto  

Foto: Valdivia 1960.

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