Mientras los
músicos se vuelcan a soportes digitales para eludir los daños del
Covid-19, miles de personas que hacen posibles sus conciertos enfrentan
la cesantía. Son sonidistas, fotógrafos, técnicos, periodistas y
productores, habituados a ver las luces desde cerca, pero ajenos a
beneficios, organizaciones y seguridad social. Acá recopilamos cinco
testimonios.
Rodrigo Alarcón L.
Radio/Diario U. de Chile
Jueves 7 de mayo 2020 10:45 hrs.
Sin trabajo y sin certezas. Así de radical es la situación que viven quienes trabajan en torno a la
principal fuente de ingresos que tuvo la industria musical durante las
últimas décadas: los conciertos, hoy absolutamente paralizados por el
Covid-19.
La crisis ha dejado en vilo a los artistas, que se han volcado al mundo digital para mantenerse activos, grabando nueva música y figurando en redes sociales. Algunos han recibido ayuda desde la Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes Musicales (SCD) y podrían ser objeto de los beneficios anunciados por el Gobierno, pero una realidad distinta viven los equipos que cotidianamente trabajan con ellos. Sonidistas, productores, técnicos, fotógrafos, periodistas y otros agentes, todos intentan encontrarle una vuelta a la crisis.
Hay cifras que muestran el descalabro, antecedido además por las suspensiones y postergaciones que provocó el estallido social de octubre. En un catastro de la Industria Musical Independiente (IMI Chile), un 91% de los encuestados dijo haber cancelado eventos o producciones debido al Covid-19; un 86,7% suspendió giras o misiones internacionales; y un 55,6% dijo que estas cancelaciones implicaron gastos.
En un diagnóstico del Observatorio Digital de la Música Chilena, en tanto, el 35% de los representantes de empresas -la mayoría microempresas- vinculadas a la música dijo que deberá despedir trabajadores, mientras un 39% señaló que todavía no es posible saberlo.
Casi el 90% de las personas -no músicos o empresas- que participaron de esa consulta trabaja como independiente, una cifra que coincide con lo recogido por el ministerio de las Culturas, que abarcó también otras áreas culturales. En ese estudio, donde la mayoría de los consultados provienen de la música (3.797), el 78% afirmó haberse visto afectado por la cancelación o postergación de actividades, además de ver disminuidas sus remuneraciones. “Cuatro de cada diez trabajadores no visualiza alternativas de ingreso a su trabajo habitual, gravemente afectado por la contingencia sanitaria”, indica ese catastro.
En línea con lo que ha ocurrido en otros países, organizaciones gremiales como IMI Chile, Imuva o Mamchi han reaccionado con diversas iniciativas. “Gran parte de las medidas anunciadas por el Gobierno no benefician a los actores del sector”, advirtió una declaración pública de la primera entidad.
¿Quiénes experimentan en carne propia esos números y cómo imaginan su futuro? Estos cinco testimonios podrían multiplicarse por miles.
Carolina Pérez es ingeniera en sonido y ha trabajado con artistas como Javiera Mena, Franco Simone, Mamma Soul, Yorka y Benjamín Walker. Hoy lo hace con Denise Rosenthal, con quien estuvo en el Festival de Viña del Mar e iría a Lollapalooza, donde además sería parte de la producción. Su último concierto fue el 12 de marzo en el festival La Matria Mic.
“En este momento no tengo nada, el sonido en vivo está completamente suspendido. He podido hacer bastante poco, algunas mezclas de grabaciones, pero quedé prácticamente sin trabajo. Lollapalooza fue un gran shock económico para todos, había otras fechas y se tuvo que pausar todo. La mayoría trabajamos con boletas o incluso con pago directo, cuando son proyectos no tan consagrados. Todo se paga fecha a fecha: show hecho, show pagado. Hay bandas que trabajan por mes cuando tienen un volumen grande de shows, pero son muy pocos. Generalmente, el verano tiene mucho movimiento y el invierno es casi estático, entonces siempre hay que guardar. Ahora es difícil imaginar el futuro, pero creo que hay que proyectarse para 2021. Es imposible pensar en un show masivo en este contexto, tiene que haber algún control a nivel país para volver a funcionar y con las medidas que se están tomando ahora, no tengo mucha esperanza que sea luego”.
“Por otra parte, desde antes de esta crisis, son muy pocas las herramientas o beneficios que incluyen a los equipos de trabajo. Generalmente se piensa en quien compone o interpreta, quizás se piensa en un presupuesto para pagar sueldos, pero no como beneficiario de una medida, por ejemplo.
Con organizaciones como Tramus o la Red de Organizaciones en la Música: Mujeres y Disidencias Asociades (Rommda) estamos intentando cambiar eso, para que se considere el amplio espectro que implica un show, más allá de quien canta o interpreta”.
Fabiola Henríquez trabaja en producción y difusión de eventos. Después de participar del ciclo Santiago Fusión, en 2019 se dedicó al festival Lollapalooza, la productora La Clave y otras labores independientes con distintos proyectos. Su último trabajo fue el festival Womad Chile, entre el 21 y 23 de febrero.
“Todo disminuyó visiblemente desde octubre. Entre producción y difusión de conciertos, en ese período yo podría haber sacado unas seis o siete pegas, pero pude hacer una: un concierto de Congreso en Matucana 100, que se hizo porque Jaime Atenas lo organizó y se puso súper firme para no bajarlo. En el verano me salvé con Womad, que se hizo con dificultades, y en ese minuto estábamos retomando. Se iban a concretar cosas que se habían suspendido, había gente trabajando en Lollapalooza o lanzamientos de discos. Con otros colegas habíamos comenzado a desarrollar una agencia de booking que iba a partir con giras en Europa, pero todo quedó en el congelador”.
“Somos equipos que no hemos logrado formalizar el trabajo como tal. Ante situaciones de esta naturaleza aparecen los grandes gremios, como los actores o la SCD, y está bien que funcionen porque están organizados, pero también están todas las personas que trabajan al lado del escenario y no se ven. Actuamos de manera tan independiente, que no tenemos absolutamente ningún respaldo. Podríamos tener alguna ayuda si hubiesen políticas de gobierno pensadas para todos, en el supuesto además de que funcionaran bien, pero nadamos todos por nuestro lado. Estamos desprotegidos y no nos hemos organizado para que eso se revierta”.
Alejandro Gallardo es fotógrafo y es conocido como Gary Go. Habitualmente trabaja en conciertos y fiestas producidas por una marca, Red Bull, y colabora con el Departamento de Extensión de la Universidad de Santiago. También lo hace con productoras como Lotus o Fauna, con medios como Rockaxis y por cuenta propia. El último concierto donde tomó una foto fue el de The Offspring, el 14 de marzo en el Movistar Arena.
“Venimos afectados desde octubre. Yo estuve en un festival de Fauna y en algunos eventos de DJ, pero entre enero y febrero no tuve nada. En marzo se iba a retomar con fuerza y pasó esto. Además de Lollapalooza, sabía que iba a tener un par de conciertos y eventos en abril y mayo, pero se postergaron. Ahora me las estoy arreglando con ahorros, tratando de ser más austero y con platas que me han llegado por pegas que no me habían pagado. Creo que todo el invierno va a estar completamente en cero y quizás se reactive en… ¿septiembre? Venían buenas cosas este año, pero se fue todo”.
“Creo que con esto se ha visto la precariedad laboral en su forma más fuerte y las pocas ganas del Estado de hacer algo por la gente. Yo siempre trabajo a honorarios y ni siquiera nos devolvieron todos los impuestos, eso fue una mariconada. Tampoco entramos en ninguna ley o bono que nos baje los arriendos o las cuentas, tenemos que seguir pagando lo mismo. Estamos muy desprotegidos. Yo tengo ahorros, que tampoco son tantos, pero no sé cómo lo hace otra gente”.
Janine Aravena es periodista y la semana pasada fue despedida -junto a otro colega- de la agencia en la que estuvo por un año y medio. Ahí trabajó con músicos como Fernando Milagros, Mamma Soul, Rubio, Polimá Westcoast, Soulfía o Congreso, además de algunos espectáculos de teatro. En forma independiente, también lo hace con Dulce y Agraz, Medio Hermano y Martina Petric.
“Nunca dejé de hacer pitutos y eso me ha permitido una transición. Me quedé coja, pero tuve contrato y en eso soy muy afortunada, porque tengo seguro de cesantía y un finiquito, a diferencia de lo que pasa con la mayoría de las empresas ligadas a la música: agencias de comunicaciones, sellos, distribuidoras, etc. Al menos puedo ver qué voy hacer sin el apuro de pagar el arriendo del próximo mes, pero creo que va a estar muy difícil. Lo único activo son las plataformas digitales y lo que se puede recaudar para los artistas y los sellos multinacionales, pero incluso ahí es complicado. ¿Qué va a pasar cuando nadie tenga plata para pagar nada?”.
“Aun así, lo que se me ha grabado en la cabeza es que la música no para. Yo vivo con dos músicos que están practicando todo el tiempo, ahora que están encerrados en la casa, y es bacán ser testigo de un flujo que no se detiene en las personas. Parece una volada, pero eso me inspira para pensar que no voy a dejar de tener trabajo, porque no dejará de haber música. Con esa premisa partí un abril que fue muy difícil. Mayo está empezando aún más difícil, pero creo eso: la música no para”.
Mariangel Rodríguez estudió sonido, es venezolana y vive en Chile hace ocho años. Ha sido técnico en conciertos de estrellas como U2, Roger Waters, Radiohead, Paul McCartney o Nick Cave; en festivales como Lollapalooza, Viña del Mar, La Cumbre y Pulsar; y con artistas locales como Noche de Brujas, Protistas, Astro o La Guacha. Sus últimos trabajos fueron las actuaciones de Alejandro Sanz en Santiago y San Francisco de Mostazal (25, 27 y 29 de febrero); y Maroon 5 (28 de febrero) y Backstreet Boys (4 de marzo) en La Florida.
“En esta área ganas más como independiente, sobre todo en una buena época. Pones tu precio y puedes tomar varias pegas. Yo trabajaba súper bien así, sobre todo entre septiembre y noviembre y luego desde febrero hasta mayo o junio. Si te mueves, en un buen verano puedes tener entre 20 y 30 shows al mes, contando bandas, festivales, algo de teatro. En esos meses ahorraba para pasar el invierno, que es muy lento, pero ese ritmo se fue muy lejos con el estallido”.
“Ahora todo es bien incierto. Estoy buscando qué hacer, tratando de reinventarme, porque me han dicho que hasta diciembre no pasa nada con respecto a pega, pero es duro aceptarlo. Llevo unos diez años estudiando y trabajando en lo mismo, entonces es difícil tomar una decisión. Trato de vivir el día a día y tengo fe en que vendrán cosas buenas. Estoy en Agtae, una nueva asociación de técnicos donde nos estamos uniendo, porque ahora somos prácticamente invisibles. Este es un medio muy informal y queremos que en el futuro sea más profesional”.
La crisis ha dejado en vilo a los artistas, que se han volcado al mundo digital para mantenerse activos, grabando nueva música y figurando en redes sociales. Algunos han recibido ayuda desde la Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes Musicales (SCD) y podrían ser objeto de los beneficios anunciados por el Gobierno, pero una realidad distinta viven los equipos que cotidianamente trabajan con ellos. Sonidistas, productores, técnicos, fotógrafos, periodistas y otros agentes, todos intentan encontrarle una vuelta a la crisis.
Hay cifras que muestran el descalabro, antecedido además por las suspensiones y postergaciones que provocó el estallido social de octubre. En un catastro de la Industria Musical Independiente (IMI Chile), un 91% de los encuestados dijo haber cancelado eventos o producciones debido al Covid-19; un 86,7% suspendió giras o misiones internacionales; y un 55,6% dijo que estas cancelaciones implicaron gastos.
En un diagnóstico del Observatorio Digital de la Música Chilena, en tanto, el 35% de los representantes de empresas -la mayoría microempresas- vinculadas a la música dijo que deberá despedir trabajadores, mientras un 39% señaló que todavía no es posible saberlo.
Casi el 90% de las personas -no músicos o empresas- que participaron de esa consulta trabaja como independiente, una cifra que coincide con lo recogido por el ministerio de las Culturas, que abarcó también otras áreas culturales. En ese estudio, donde la mayoría de los consultados provienen de la música (3.797), el 78% afirmó haberse visto afectado por la cancelación o postergación de actividades, además de ver disminuidas sus remuneraciones. “Cuatro de cada diez trabajadores no visualiza alternativas de ingreso a su trabajo habitual, gravemente afectado por la contingencia sanitaria”, indica ese catastro.
En línea con lo que ha ocurrido en otros países, organizaciones gremiales como IMI Chile, Imuva o Mamchi han reaccionado con diversas iniciativas. “Gran parte de las medidas anunciadas por el Gobierno no benefician a los actores del sector”, advirtió una declaración pública de la primera entidad.
¿Quiénes experimentan en carne propia esos números y cómo imaginan su futuro? Estos cinco testimonios podrían multiplicarse por miles.
Carolina Pérez es ingeniera en sonido y ha trabajado con artistas como Javiera Mena, Franco Simone, Mamma Soul, Yorka y Benjamín Walker. Hoy lo hace con Denise Rosenthal, con quien estuvo en el Festival de Viña del Mar e iría a Lollapalooza, donde además sería parte de la producción. Su último concierto fue el 12 de marzo en el festival La Matria Mic.
“En este momento no tengo nada, el sonido en vivo está completamente suspendido. He podido hacer bastante poco, algunas mezclas de grabaciones, pero quedé prácticamente sin trabajo. Lollapalooza fue un gran shock económico para todos, había otras fechas y se tuvo que pausar todo. La mayoría trabajamos con boletas o incluso con pago directo, cuando son proyectos no tan consagrados. Todo se paga fecha a fecha: show hecho, show pagado. Hay bandas que trabajan por mes cuando tienen un volumen grande de shows, pero son muy pocos. Generalmente, el verano tiene mucho movimiento y el invierno es casi estático, entonces siempre hay que guardar. Ahora es difícil imaginar el futuro, pero creo que hay que proyectarse para 2021. Es imposible pensar en un show masivo en este contexto, tiene que haber algún control a nivel país para volver a funcionar y con las medidas que se están tomando ahora, no tengo mucha esperanza que sea luego”.
“Por otra parte, desde antes de esta crisis, son muy pocas las herramientas o beneficios que incluyen a los equipos de trabajo. Generalmente se piensa en quien compone o interpreta, quizás se piensa en un presupuesto para pagar sueldos, pero no como beneficiario de una medida, por ejemplo.
Con organizaciones como Tramus o la Red de Organizaciones en la Música: Mujeres y Disidencias Asociades (Rommda) estamos intentando cambiar eso, para que se considere el amplio espectro que implica un show, más allá de quien canta o interpreta”.
Fabiola Henríquez trabaja en producción y difusión de eventos. Después de participar del ciclo Santiago Fusión, en 2019 se dedicó al festival Lollapalooza, la productora La Clave y otras labores independientes con distintos proyectos. Su último trabajo fue el festival Womad Chile, entre el 21 y 23 de febrero.
“Todo disminuyó visiblemente desde octubre. Entre producción y difusión de conciertos, en ese período yo podría haber sacado unas seis o siete pegas, pero pude hacer una: un concierto de Congreso en Matucana 100, que se hizo porque Jaime Atenas lo organizó y se puso súper firme para no bajarlo. En el verano me salvé con Womad, que se hizo con dificultades, y en ese minuto estábamos retomando. Se iban a concretar cosas que se habían suspendido, había gente trabajando en Lollapalooza o lanzamientos de discos. Con otros colegas habíamos comenzado a desarrollar una agencia de booking que iba a partir con giras en Europa, pero todo quedó en el congelador”.
“Somos equipos que no hemos logrado formalizar el trabajo como tal. Ante situaciones de esta naturaleza aparecen los grandes gremios, como los actores o la SCD, y está bien que funcionen porque están organizados, pero también están todas las personas que trabajan al lado del escenario y no se ven. Actuamos de manera tan independiente, que no tenemos absolutamente ningún respaldo. Podríamos tener alguna ayuda si hubiesen políticas de gobierno pensadas para todos, en el supuesto además de que funcionaran bien, pero nadamos todos por nuestro lado. Estamos desprotegidos y no nos hemos organizado para que eso se revierta”.
Alejandro Gallardo es fotógrafo y es conocido como Gary Go. Habitualmente trabaja en conciertos y fiestas producidas por una marca, Red Bull, y colabora con el Departamento de Extensión de la Universidad de Santiago. También lo hace con productoras como Lotus o Fauna, con medios como Rockaxis y por cuenta propia. El último concierto donde tomó una foto fue el de The Offspring, el 14 de marzo en el Movistar Arena.
“Venimos afectados desde octubre. Yo estuve en un festival de Fauna y en algunos eventos de DJ, pero entre enero y febrero no tuve nada. En marzo se iba a retomar con fuerza y pasó esto. Además de Lollapalooza, sabía que iba a tener un par de conciertos y eventos en abril y mayo, pero se postergaron. Ahora me las estoy arreglando con ahorros, tratando de ser más austero y con platas que me han llegado por pegas que no me habían pagado. Creo que todo el invierno va a estar completamente en cero y quizás se reactive en… ¿septiembre? Venían buenas cosas este año, pero se fue todo”.
“Creo que con esto se ha visto la precariedad laboral en su forma más fuerte y las pocas ganas del Estado de hacer algo por la gente. Yo siempre trabajo a honorarios y ni siquiera nos devolvieron todos los impuestos, eso fue una mariconada. Tampoco entramos en ninguna ley o bono que nos baje los arriendos o las cuentas, tenemos que seguir pagando lo mismo. Estamos muy desprotegidos. Yo tengo ahorros, que tampoco son tantos, pero no sé cómo lo hace otra gente”.
Janine Aravena es periodista y la semana pasada fue despedida -junto a otro colega- de la agencia en la que estuvo por un año y medio. Ahí trabajó con músicos como Fernando Milagros, Mamma Soul, Rubio, Polimá Westcoast, Soulfía o Congreso, además de algunos espectáculos de teatro. En forma independiente, también lo hace con Dulce y Agraz, Medio Hermano y Martina Petric.
“Nunca dejé de hacer pitutos y eso me ha permitido una transición. Me quedé coja, pero tuve contrato y en eso soy muy afortunada, porque tengo seguro de cesantía y un finiquito, a diferencia de lo que pasa con la mayoría de las empresas ligadas a la música: agencias de comunicaciones, sellos, distribuidoras, etc. Al menos puedo ver qué voy hacer sin el apuro de pagar el arriendo del próximo mes, pero creo que va a estar muy difícil. Lo único activo son las plataformas digitales y lo que se puede recaudar para los artistas y los sellos multinacionales, pero incluso ahí es complicado. ¿Qué va a pasar cuando nadie tenga plata para pagar nada?”.
“Aun así, lo que se me ha grabado en la cabeza es que la música no para. Yo vivo con dos músicos que están practicando todo el tiempo, ahora que están encerrados en la casa, y es bacán ser testigo de un flujo que no se detiene en las personas. Parece una volada, pero eso me inspira para pensar que no voy a dejar de tener trabajo, porque no dejará de haber música. Con esa premisa partí un abril que fue muy difícil. Mayo está empezando aún más difícil, pero creo eso: la música no para”.
Mariangel Rodríguez estudió sonido, es venezolana y vive en Chile hace ocho años. Ha sido técnico en conciertos de estrellas como U2, Roger Waters, Radiohead, Paul McCartney o Nick Cave; en festivales como Lollapalooza, Viña del Mar, La Cumbre y Pulsar; y con artistas locales como Noche de Brujas, Protistas, Astro o La Guacha. Sus últimos trabajos fueron las actuaciones de Alejandro Sanz en Santiago y San Francisco de Mostazal (25, 27 y 29 de febrero); y Maroon 5 (28 de febrero) y Backstreet Boys (4 de marzo) en La Florida.
“En esta área ganas más como independiente, sobre todo en una buena época. Pones tu precio y puedes tomar varias pegas. Yo trabajaba súper bien así, sobre todo entre septiembre y noviembre y luego desde febrero hasta mayo o junio. Si te mueves, en un buen verano puedes tener entre 20 y 30 shows al mes, contando bandas, festivales, algo de teatro. En esos meses ahorraba para pasar el invierno, que es muy lento, pero ese ritmo se fue muy lejos con el estallido”.
“Ahora todo es bien incierto. Estoy buscando qué hacer, tratando de reinventarme, porque me han dicho que hasta diciembre no pasa nada con respecto a pega, pero es duro aceptarlo. Llevo unos diez años estudiando y trabajando en lo mismo, entonces es difícil tomar una decisión. Trato de vivir el día a día y tengo fe en que vendrán cosas buenas. Estoy en Agtae, una nueva asociación de técnicos donde nos estamos uniendo, porque ahora somos prácticamente invisibles. Este es un medio muy informal y queremos que en el futuro sea más profesional”.
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