Mañana jueves 23 de abril es el Día del Libro, este acontecimiento no puede dejarse pasar, por la importancia que tiene este objeto que cae, alguna vez en su vida, en sus manos y penetra por su imaginación, sus inquietudes y sus ganas de conocer todo lo que sueña.
Es por esto y más, dejamos este artículo de la Radio/Diario U. de Chile, donde se pone de manifiesto la situación de las editoriales independientes.
Publicaciones postergadas incluso desde
la época del estallido social y una notable disminución en sus ventas
es lo que ha marcado el panorama de los últimos meses para las
editoriales independientes del país.
No hay que ser bastante observador para
darse cuenta de que, durante el primer semestre del año, la pequeña
industria editorial va cocinando siempre el material que suele ir
saliendo de pocos llegado el invierno, para luego repercutir con mayor
fuerza en las ferias aglomeradas en los últimos meses del año.
“Detuvimos por completo el plan de
publicaciones a la espera de tener algún tipo de certeza respecto a cómo
se vienen las cosas”, asegura, por ejemplo, el editor de Montacerdos, Luis López-Aliaga, en conversación con nuestro medio.
Eran doce los libros que una de las
independientes con mayor crecimiento en los últimos años pretendía
publicar en el transcurso del año, 6 de ellos durante el primer
semestre. Las dudas: la posibilidad de que eventos masivos como las
ferias queden prohibidos en su totalidad durante el 2020, además de las
dificultades en la distribución a través de librerías.
Luis López-Aliaga
Eso sí, asegura López-Aliaga, la incertidumbre es un terreno bastante conocido para este rubro.
“Como editoriales pequeñas, independientes, estamos siempre conviviendo con esa vulnerabilidad.
Tenemos cierto entrenamiento al respecto, pero en una situación extrema
con esta, además, se exponen algunos flancos más débiles y se tiene que
estar abusando del ingenio para sortear situaciones difíciles”.
Ante esto, el también autor de Mundo salvaje
recalca la poca iniciativa estatal que ha existido respecto de apoyar a
la pequeña industria editorial. “No se trata solo de plata, que es
necesaria, sino también de utilizar en momentos como este, cierta
flexibilidad o sentido común que es muy raro de la burocracia”, agrega.
Una situación similar es la que vive
Elefante, una pequeña editorial chileno argentina, que empezó a
funcionar en 2018, y que, para este año tenía considerada la publicación
de cuatro libros (3 poemarios y una novela).
José Rocuant, editor de Elefante que
reside en Buenos Aires, dice que el proceso de crisis también ha
permitido repensar estos planes y optar por decisiones que tienen que
ver, por ejemplo, con dejar de tercerizar el diseño de sus
publicaciones. Algo que ha ayudado a que puedan sentirse más conformes
con el producto final.
Asimismo, Rocuant asegura que el mundo de lo digital es también una opción para seguir subsistiendo.
“Estamos digitalizando todo lo que es viable. La coma, que fue nuestra primera publicación inédita, ya está disponible vía Amazon.
Tenemos digitalizado todo lo que va a salir y lo iremos subiendo
conforme vayamos publicando. Ahora me encuentro también digitalizando
para otras editoriales, hay varias siguiendo esa línea que en otros
países tiene un mercado muy grande”, comenta.
Marcela Fuentealba, editora de
Sapostcat, mira con cierto recelo a esta opción. Y es que, pese a la
posibilidad de digitalizar sus publicaciones, el dato duro, el que tiene
que ver directamente con las ventas, tampoco respalda a la pequeña
industria editorial (las ventas apenas alcanzan el 20 por ciento de lo
acostumbrado). “Si ya los libros son marginales, los libros digitales son más marginales aún. Por ahí la salida no está ni de lejos”, sentencia.
“En la política del libro que se ha
desarrollado en Chile, hay una recomendación para los organismos del
Estado que compran libros -el Ministerio de Educación y el Ministerio de
las Culturas-, y tiene que con que el 60 por ciento de lo que compren
para los planes de lectura sean chilenos. En la última selección del
Centro de Recursos para el Aprendizaje (CRA), el 70 por ciento son editoriales de afuera y sobre todo españolas”, critica Fuentealba.
Aunque asegura que son conscientes de
que no son un producto de primera necesidad, para la también académica
de la Universidad Diego Portales, el ecosistema de editoriales
independientes de Chile, lejos de la victimización, ha sabido generar
muy buen contenido en los últimos años, algo que es altamente
indispensable en épocas de confinamiento.
“Es el contenido lo que nos permite alejarnos de la desesperación”, recalca.
Marcela Fuentealba.
Respecto de la compra de libros, esta es
una iniciativa que, si bien podría estar incluida dentro de la
propuesta del Ministerio de las Culturas, que considera destinar 15 mil
millones de pesos para el fomento de la producción artística en el país,
lo cierto es que no existe claridad sobre si, a partir de la crisis,
les darán prioridad en las compras estatales de libros o al menos mayor
agilidad en los procesos.
Sobre esto, el fundador de le editorial Hueders y actual director del Fondo de Cultura Económica (FCE), Rafael López,
asegura que el plan del Ministerio de las Culturas, que considera
además un catastro del sector, continúa aplicando “viejas lógicas que no
dan resultado”, una crítica que también incluye a la compra de libros.
“Creo que ahora lo importante sería
repensar lo que se hacía, más que dar más dinero a lo que ya se hace.
Hace mucho tiempo que no impacta nada, pese a que nos den algunos
fondos. No se hacen librerías de barrio, no se hacen mediatecas, no se
genera mediación lectora, todo es compra de libros que nadie sabe muy bien a dónde van”, señala López en conversación con nuestro medio.
En el análisis de López, el impacto de
la crisis generada por el coronavirus será mayor en la mediana que en la
pequeña industria editorial. Sin embargo, enfatizó que dentro de ellas
prime también un criterio de asociatividad, que permita a toda la cadena
continuar con la circulación de libros independientes en el país. “Si
los libreros no pagan, si los editores no producen, no tiene sentido las
políticas que existan”, remata.
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